Palacios de la Sierra duplicó su población para despedir a Susana
Desde jóvenes heavies de cazadora negra hasta paisanos con boina: unas 2.000 personas (el doble de los habitantes de la localidad) se dieron cita ayer en el pueblo burgalés de Palacios de la Sierra para despedir a la joven Susana Ruiz, cuyo cuerpo sin vida fue encontrado el pasado 25 de febrero en un descampado madrileño. El entierro, a las 17.45, fue precedido por un impresionante cortejo de dolor y silencio.Palacios de la Sierra vivió ayer de luto. Todos esperaban la llegada del furgón con el cuerpo de Susana, la joven de 16 años que desapareció el pasado 9 de enero y cuya muerte aún no ha sido aclarada.
El furgón con los restos de la muchacha salió del tanatorio de Madrid poco antes del mediodía. Antes de partir, la familia recibió personalmente el pésame del alcalde de la capital, José María Álvarez del Manzano.
La comitiva fúnebre llegó al pueblo natal de los padres de la muchacha (al este de la provincia de Burgos, junto al límite con Soria) pasadas las tres de la tarde, después de hacer 250 kilómetros. El féretro fue depositado en el salón municipal, convertido en capilla ardiente con medio centenar de coronas de flores.
Allí acudieron los vecinos de Palacios y muchos llegados desde los alrededores o desde puntos lejanos de España. Los compañeros del instituto de formación profesional de Las Musas acudieron en un autobús acompañados por tres profesores.
"Muerte horrenda"
Las campanas tocaban a muerto. A las 16.30, después de que el párroco rezara un breve responso, el ataúd fue llevado en hombros de familiares hasta la parroquia, donde se ofició una misa córpore insepulto.
En la homilía, el arzobispo de la diócesis, Santiago Martínez Acebes, elogió la figura de la fallecida y destacó que la muerte se había producido en "circunstancias misteriosas".
"Es incomprensible que sucedan cosas tan horrendas, que se malogre la vida de una joven llena de vida", señaló el prelado desde un altar que rebosaba de flores.
Una vez terminada la ceremonia, el cortejo inició el camino al cementerio. El cuerpo. fue inhumado a las 17.45, ante una familia desgarrada por el dolor. Las coronas formaron un túmulo de casi dos metros.
Las banderas del Ayuntamiento seguían a media asta después del luto oficial del pasado fin de semana. El sábado se celebró también una manifestación en el pueblo.
Palacios de la Sierra se volcó en el entierro. Hasta las maestras habían adelantado el horario de clase vespertina: todos querían salir a la calle. En ella estaban también los llegados de fuera, como tres amigas de Susana: Marta Hernández y Olga Castrillo habían venido desde Barcelona; Carmela Hernández, desde Madrid. "Susana era una chica superabierta y echada para adelante", coincidían. Las tres pensaban que a su amiga de tanto tiempo "se la han cargado".
"Está claro que no fue muerte natural, alguien está encubriendo algo", proseguían. Recordaban la risa estridente de la joven, que estuvo por última vez en el pueblo el pasado mes de diciembre, durante el puente de la Inmaculada.
El alcalde de la localidad, Otillo Ayuso (PSOE), aseguraba: "Hay preocupación y tristeza porque es una chica del pueblo y siempre te llega algo". Se sentía desbordado. "No sabe uno qué hacer, como aquí no ha pasado nunca una cosa así... ".
Quienes tampoco sabían muy bien qué hacer eran cuatro encuestadoras que pretendían realizar un sondeo preelectoral. Iban cargadas de cuestionarios, pero sobre todo encontraban silencio. "Es que es un día crítico", reconocía una de ellas.
"Al principio había indignación, ahora hay sobre todo pena", decía el cura del pueblo, Rafael del Olmo.
En Palacios de la Sierra, pueblo que vive de la madera y la ganadería, el tío de Susana, Julián, y su familia mostraban su pena. También pedían respeto, y no especulaciones, sobre lo ocurrido con la joven fallecida.
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