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Japon alaba la propuesta de Clinton de liberalizar el comercio, pero no cambia su política

El papel de liderazgo asumido por Estados Unidos en la reactivación económica mundial y la liberalización del comercio ha sido bien acogido por sus principales socios. Japón y Alemania han reconocido su responsabilidad en el proceso hacia la revitalización de la economía global. Pero el Gobierno nipón se resiste de momento a adoptar medidas adicionales de expansión que, entre otras cosas, permitirían aumentar la demanda de importaciones y corregir así su superávit comercial. Alemania, cuyos elevados tipos de interés frenan el crecimiento de otros miembros de la CE, es, no obstante, más activa en el frente comercial y rechaza el protecionismo francés que bloquea las negociaciones comunitarias.

Los recientes llamamientos de la Administración del nuevo presidente Clinton en favor de liberalizar el comercio mundial y mejorar la cooperación económica y monetaria como vías para estimular el crecimiento económico han sido favorablemente acogidos por la comunidad internacional.El viernes pasado y ante los estudiantes de la American University en Washington, Bill Clinton, pidió en especial la colaboración a Japón y Alemania en el proceso de apertura de los mercados. "El comercio actuará como locomotora para lograr la prosperidad", dijo, además de exigirles una bajada de tipos y medidas fiscales expansivas "que permitan recuperar la senda de crecimiento".

En la reunión del Grupo de los Siete (G-7) el pasado sábado, EE UU también dejó claro su deseo de mejorar la cooperación económica y de despejar las dudas de sus socios comerciales sobre sus intenciones proteccionistas. Los expertos coinciden en señalar que quizás, como en otras ocasiones de crisis, el G-7 sirva para fortalecer la colaboración entre los distintos países. EE UU, opinan, es en la actualidad el miembro más capacitado para rescatar este espíritu.

Pero el entusiasmo con el que han sido recibidas las intenciones de la Administración norteamericana no se ha visto acompañado de medidas concretas que efectivamente permitan dar un giro a la delicada situación económica que atraviesan los países industrializados, con la debilidad de Japón, la recesión de Alemania y el Reino Unido y la caída de la actividad en Francia.

Por el momento, el Ministerio de Finanzas nipón ha rechazado la invitación norteamericana a reducir el superávit comercial mediante la aplicación de una política fiscal agresiva que estimule la demanda interna y favorezca la entrada de productos importados.

El primer ministro japonés, Kiichi Miyazawa, cuyo Gobierno sufre una creciente presión por parte de la nueva administración norteamericana, aseguró ante una delegación de empresarios alemanes, que "estamos haciendo esfuerzos para abrir nuestros mercados" y equilibrar la balanza comercial.

Esta es la habitual respuesta proporcionada por las autoridades niponas a los requerimientos de los países que padecen un fuerte desequlibrio comercial con Japón, en el caso de Estados Unidos, el déficit asciende a 43.000 millones de dólares (4,3 billones de pesetas). Los empresarios forman parte de una delegación que acompaña al canciller federal alemán, Helmut Kohl, quien coincidió en Tokio con el presidente estadounidense, Bill Clinton, al subrayar que Japón y Alemania tienen una especial responsabilidad en el proceso hacia la revitalización de la economía mundial.

Washington considera que la vía del estímulo fiscal para aumentar la demanda interna en Japón es más efectiva que la apreciación del yen o los descuentos en el tipo de interés oficial. El ejecutivo japonés, que deberá vencer fuertes resistencias internas antes de proceder a una sustancial liberalización de algunos de sus mercados, aprobó el año pasado una ampliación presupuestaria de 86.000 millones de dólares y permanece a la espera de los resultados.

Alemania, por su parte, se resiste a ceder en el frente de la política monetaria. El presidente del Bundesbank, banco central alemán, declaró a su salida de la reunión del G-7 que no habían recibido presiones por parte de sus socios para bajar sus tipos de interés, cuyo elevado nivel impide a otros socios europeos poner en práctica políticas más expansivas que les permitan crecer. Bonn es, sin embargo, más favorable a liberalizar el comercio. En su visita oficial a Taiwan la semana pasada, el canciller Helmut Kohl criticó a Francia por su proteccionismo electoral, que impide avanzar en las negociaciones del GATT (Acuerdo General de Aranceles y Comercio), y lamenta la imagen de Europa fortaleza que se está consolidando en Oriente.

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