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El cadáver de la joven de San Blas desaparecida yacía junto al camino por el que volvía a casa

Francisco Peregil

Unos trabajadores que allanaban el terreno a las afueras de Madrid, en el camino de Vicálvaro a Coslada, encontraron en la mañana de ayer el cadáver de Susana Ruiz, de 16 años. La joven llevaba la misma ropa que vestía cuando desapareció, el 10 de enero pasado. Su cuerpo estaba en avanzado estado de descomposición y semienterrado a 400 metros de donde se le perdió la pista, cuando volvía a casa, de noche, de una fiesta de cumpleaños. Fuentes próximas a la investigación han señalado que aparentemente la causa de su muerte fueron los golpes que el asesino le asestó en la cabeza, posiblemente con una piedra.

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La policía investiga si el autor del crimen puede ser alguno de los jóvenes que participaron en la fiesta en la que se vio por última vez a Susana. Estas sospechas parten del hecho de que el cadáver haya sido encontrado a menos de 400 metros del caserón abandonado en el que casi una decena de muchachos -incluida Susana- celebraron la citada fiesta.Según estas fuentes, la policía, que en su día interrogó a todos los muchachos que asistieron, volverá a tomarles declaración. "La casa está muy cerca del lugar donde se ha encontrado el cadáver; es muy raro que ninguno de los muchachos que había allí no supiera nada", agregaron las citadas fuentes. Y añadieron: "Hasta ahora se venía barajando una fuga, y se trabajó sobre esa hipótesis; ahora, sin embargo, vamos a trabajar sobre la existencia de un homicidio", informa José Antonio Hernández.

Las huellas dactilares y las muestras capilares fueron suficientes para que la policía obtuviera inmediatamente la certeza de que se trataba de la joven cuya desaparición habían denunciado sus padres en enero.

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Golpe en la cabeza

La autopsia al cadáver no se realizará hasta hoy. Sin embargo, fuentes policiales avanzaron que Susana "tenía la cabeza destrozada", posiblemente como consecuencia de los golpes que el agresor le propinó con una piedra u otro objeto contundente, informa Jesús Duva. La joven tenía bajados los pantalones y su ropa interior, lo que induce a pensar que fue víctima de una violación o intento de violación.

Ángel Ruiz, padre de la jóven, reconoció, hacia las siete de la tarde de ayer, como pertenecientes a su hija la ropa y objetos personales de Susana, en la sede de la Brigada de Policía Judicial.

Las declaraciones del padre de la muchacha que achacaban desde el primer momento la desaparición de su hija a "las malas compañías" no hacía previsible este desenlace. El padre aseguró a EL PAÍS en el momento de su desaparición que la tarde del sábado 9 de enero vio como Susana no se iba con sus amigas a un concierto, tal y como le dijo, sino con otros amigos que no le gustaban, ya que sospechaba que tomaban drogas y alcohol.

El distrito de San Blas ha estado empapelado con el rostro de la joven desaparecida. Susana Ruiz -1,65 de estatura, pelo liso, rubio y largo y complexión fuerte- vestía completamente de negro el día en que desapareció, una indumentaria habitual entre los aficionados a la música heavy, entre los que ella se contaba. Volvía a casa, a las tres de la madrugada del domingo 10 de enero, de una fiesta de cumpleaños. La misma ropa negra, aunque rasgada, vestía el cadáver encontrado ayer. Susana, que estudiaba enfermería, quería ser médico forense.

La policía decidió ayer crear un equipo especial para investigar el caso, formado por dos agentes de la Brigada de Homicidios, dos de la comisaría de San Blas y otros dos del Grupo de Menores. Todos ellos hacían a primeras horas de la tarde de ayer indagaciones entre los amigos que acompañaban a Susana Ruiz la noche de aquella fiesta del 9 de enero, aunque al filo de la medianoche las pesquisas no habían conducido a pista alguna sobre los homicidas de la muchacha. La joven tuvo que cruzar un descampado -abundan en este distrito del extrarradio de la ciudad- para volver a casa.

Los padres de Susana, Angel Ruiz y Justina Llorente, no se movieron ayer de su domicilio. Una ambulancia tuvo que acudir a la vivienda para atender principalmente a la madre. El padre de Susana es el conserje del Instituto de Formación Profesional Las Musas del distrito de San Blas, donde se decidió suspender las clases hasta el próximo lunes, según informó ayer el director del centro, Juan Martos. El padre de Susana trabaja allí por las mañanas desde hace 12 años y, por las tardes, regenta un bar. Toda la familia vive en la conserjería del centro.

Martos trataba de convencer ayer tarde a los padres de Susana, que habían sido sedados por los médicos ante el estado de nerviosismo que sufrían, para que se desplazaran al Instituto Anatómico Forense y reconocieran el cadáver. Finalmente, sólo acudió el padre a las dependencias de la Policía Judicial.

Batidas por los descampados

El presidente de los vecinos del barrio de Las Musas, Leandro García, que se acercó al insitituto para dar el pésame a los padres nada más conocer la trágica noticia, informó de que su asociación había decidido suspender la fiesta de la sardina, que se iba a celebrar hoy, "en solidaridad con la familia". García recordó "las infructuosas batidas por los descampados de la zona" hechas por el vecindario para localizar a Susana. Una profesora del instituto de formación profesional Las Musas, donde estudiaba la víctima, manifestó a Efe que todo el personal del centro estaba muy afectado por lo ocurrido, y añadió: "Siempre pensamos que la encontrarían tarde o temprano, pero viva".

Un amigo de la familia, que se trasladó ayer desde Palacios de la Sierra (Burgos) a Madrid comentó que un joven de la zona le aseguró a Ángel Ruiz que él había visto a su hija en varias ocasiones por la zona. Ese testimonio está ahora en cuestión, pero durante mucho tiempo fue considerado por la policía como válido, y de ahí que trabajara sobre la hipótesis de una posible fuga.

En la tarde de ayer, profesores, amigos y compañeros de clase de Susana se fueron concentrando en las inmediaciones instituto. "Quien haya sido es un hijo de puta; no hay derecho a que alguien le quite la vida a otra persona. Vamos a tener que andar por la calle con una pistola", se lamentaba una muchacha de apenas 18 años, amiga de la víctima. "Claro que tenemos miedo las chicas del barrio, el criminal sigue suelto", remató.

Dos amigas íntimas de Susana se lamentaban ayer: "Era de nuestra pandilla, siempre salíamos juntas, salvo ese día que se fue a la fiesta con esa gente y ya no volvimos a verla nunca más", decía una de ellas. Y mientras hablaba, dio una patada de rabia a un papel sucio que reposaba en el suelo.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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