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Tribuna
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Manuel Vicent

¿Acaso Dios es un científico? No lo creo en absoluto. La carnicería de Sarajevo se realiza sobre una extensión de nieve muy pura. Sin duda Dios es un poeta. Cuando comience el deshielo también hará florecer los almendros en medio de aquel festín de sangre. Allí los cadáveres se siembran desnudos como semillas que germinarán muy pronto. En primavera sacarán sus brazos de la sepultura en compañía de todas las jaras amarillas y entre ellas las balas silbarán buscando nuevos corazones, que son las frutas que dan los humanos, pero los muertos hoy ya no se convierten en árboles llenos de flores, como ha sucedido desde muy antiguo. La última modernidad se caracteriza por otra clase de resurrección. Ahora los cadáveres acuchillados en la ciudad, la gente que ha sido masacrada por las bombas y todos los que mueren de hambre son sembrados sin féretro en el lugar exacto donde han expirado, y, cumpliendo el misterio agrario, estos muertos a los 21 días sacan las extremidades en forma de tallos y después aparece la cabeza y el tronco, el cual se va desarrollando hasta que los pies del resucitado llegan a la superficie de la tierra y en ella permanecen para siempre arraigados sin poderse desplazar aunque el viento los agite con violencia. Existen ya muchos bosques humanos. En aquellos lugares donde la sangre se vierte con generosidad crecen los muertos siguiendo el ciclo de la naturaleza. Inmóviles en las aceras de las grandes urbes o agrupados en algunos valles fértiles, estos seres pueden llevar una existencia muy feliz. Dios obliga a los perros de la ciudad a abonarlos con sus excrementos y derrama igualmente sobre estos cadáveres redivivos la luz más hermosa de abril, los cubre de amor en mayo y hace que sus corazones, que son frutas muy dulces, lleguen a la sazón durante el tiempo de los membrillos, pero en Sarajevo estos muertos vuelven a ser bombardeados y en otros lugares mueren de hambre otra vez. Esta es la mayor crueldad: matar de nuevo a los muertos que ya habían resucitado.

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Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

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