_
_
_
_

Carnaval de pocas máscaras

El desfile no consiguió animar al público de la calle, pero el Círculo estuvo a tope

Los madrileños continúan sin acostumbrarse a participar activamente en los carnavales. Los responsables del Ayuntamiento lo saben y han decidido guardarse los duros para mejores ocasiones. El desfile organizado en la tarde de ayer por el paseo de la Castellana tenía teóricamente todos los ingredientes para acabar en éxito, pero resultó algo indigesto. En el Círculo de Bellas Artes hubo baile -y precios- por todo lo alto.

El público se agolpó en las aceras a pesar de que el Ayunta miento decidió a última hora cambiar el recorrido y se llevó la cabalgata al norte de la calidad, entre la plaza de Lima y los Nuevos Ministerios en vez del tradicional paseo de Recoletos.La gente acudió dispuesta a observar, pero no a participar. La musa, la miss España Sofía Mazagatos, tampoco levantó los ánimos. No hubo aplausos, ni cánticos, ni tampoco excesivos disfrazados entre los mirones.

Todo el ambiente se reservó para los que desfilan y aun así dio la impresión de que se trataba más de una manifestación profesional y organizada por la sección de varios de unos grandes almacenes que de una exhibición de las críticas ácidas y emergentes en la sociedad más cercana a la madrileña.

Pasaron casi 6.000 personas en 61 comparsas y carrozas y las denuncias duras e irónicas sobre las polémicas más actuales no tuvieron cabida en ningún discurso. Unos 300 trabajadores de Radio y Televisión Española aprovecharon la dulzura general de los mensajes para sacar a pasear el cadáver de un monitor conducido por Felipe González y Carlos Solchaga: Se llevaron el primer premio del concurso de carrozas.

El segundo galardón se lo mereció El coste de la vida, pero se aguó algo la fiesta cuando se averiguó que sus integrantes son naturales de Toro (Zamora). La comparsa ganadora resultó Los Ojonudos, de Valdepeñas, con un disfraz muy ocurrente que convertía a sus bailarines en ratones que se arrastraban por el suelo.

La falta de animación del desfile contrastó con el ambiente de uno de los bailes más tradicionales, el que se celebra en el Círculo de Bellas Artes.

"¡Voy de cornudo, que es lo que soy!", gritaba un madurito con tremendas prominencias óseas en su frente que obviamente eran postizas. Tras él subían las escaleras instaladas en la fachada del Círculo de Bellas Artes con motivo de su tradicional Baile de Máscaras, viuditas, obispos, jorobados, la muerte con su guadaña, espías, boxeadores, zorrones y un largo desfile de despropósitos carnavaleros. Todos acudían a bailar en la noche más transgresora del calendario cristiano.

Pasada la hora de las brujas, que también había muchas, la animación era grande. Las 2.200 entradas puestas a la venta se habían vendido íntegramente al precio de 3.500 pesetas para socios y 7.000 para el resto de las personas. A ellas habría que añadir 300 invitaciones más 200 personas que formaban el grupo de instaladores, guardias de seguridad y personal adscrito al Círculo.

Ni un duro

Mezclado con el jolgorio colorista que no paraba de mover el caderamen, paseaba Enrique Baquedano, director de la entidad organizadora. Estaba satisfecho: "Un evento de estas características, además de ser una tradición de esta casa desde hace muchísimos años por lo que no podemos prescindir de ella, entra dentro de nuestra política general en terreno de intervención cultural y, además, este baile a la casa no le ha costado ni un duro, ya que hay que añadir a lo recaudado por taquilla el patrocinio de una marca de tabaco". Baquedano acudió de etiqueta y sin disfraz y se mostraba totalmente sobrio, al revés de la mayoría de los presentes que acudieron masivamente disfrazados y a esas horas ya estaban eufóricos. Los vigilantes, también vestidos de manera que podían parecer carnavaleros, se distinguían por su porte serio y sereno.La sede del Círculo también se disfrazó. El tema central que adornaba paredes, techos, lámparas, personas y cortinas era el mundo de las vacas: sus pieles, sus cuerpos, sus ubres. Todo un mundo en blanco y negro diseñado por el escenógrafo José Luis Raymond. También incorporó vídeoinstalaciones que repetían motivos vacunos.

A medianoche, presentó el baile la actriz Anabel Alonso. Sólo gritó: "Lo esencial no es ser ni no ser, sino disfrutar". Y lo hicieron.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_