¿Menos coches?
LA FUERTE caída de las ventas de coches en enero -un 52% menos que en el mismo mes del año anterior- ha provocado la alarma en el mundo del. automóvil, y, en cadena, del resto de los sectores productivos. La reacción de los fabricantes ha sido inmediata y nada tranquilizadora de la situación: si no media una reactivación, "tendrán que recurrir a expedientes de regulación de empleo que afectarán a unos 45.000 trabajadores". El carácter quirúrgico de la medida salta a la vista: los despidos temporales o definitivos alcanzarían al 50% de las plantillas de un sector productivo que emplea directamente a unos 100.000 trabajadores e, indirectamente, a varios centenares de miles más, y que factura cerca de tres billones de pesetas al año.La crisis del automóvil estaba anunciada desde hace bastante tiempo, pero las cifras de enero suponen una señal de alerta en cuanto a su profundidad. El año 1992 no fue globalmente malo para el sector -las ventas siguieron aumentando a un ritmo superior al 8%- y enero siempre ha sido considerado un mes comercialmente atípico, y con mayor motivo el de 1993, en que entró en vigor el Mercado único Europeo. Esta circunstancia dio lugar a un enorme esfuerzo comercial en los últimos meses de 1992 con vistas a aligerar los stocks existentes ante las nuevas normas de fabricación para 1993. La ventaja comparativa que suponía la reducción del impuesto del valor añadido quedó amortizada con un nuevo gravamen -el impuesto de matriculación- que no ha ayudado precisamente a las ventas del producto.
Es cierto que en la actual coyuntura los factores estacionales concurren con otros estructurales que alimentan el temor de un hundimiento del mercado automovilístico en los próximos meses. La actual. crisis económica -la real, pero también la psicológica: el miedo a gastar- puede hacer del automóvil privado su víctima propiciatoria. ¿Podría ser, pues, el pronunciado descenso de ventas de automóviles en enero un paradigma de la actitud retraída de la demanda respecto de bienes de consumo duraderos, a la vez que un efecto de la intensa desaceleración global de la economía? El plazo de un mes es demasiado corto como para determinar lo que va a suceder a lo largo del ejercicio, pero es indicativo. La recesión de los mercados internacionales comienza a afectar muy negativamente a las exportaciones españolas.
La amplia diferencia que separa todavía a España de la media europea en cuanto al número de automóviles por cada mil habitantes es, sin duda, una circunstancia que favorece la expansión del mercado nacional. Carece, pues, de base la hipótesis de una saturación del mercado desde los baremos europeos. De ahí, por tanto, que sea factible barajar soluciones frente a la depresión del consumo, aun en momentos de crisis económica, que respondan a esa demanda potencial. Pero esto no es un problema específico del automóvil, sino del conjunto de la economía española.
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