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Tribuna
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Caso conflictivo

La película La vida láctea, coproducción hispano-franco-alemana, será exhibida en el Festival de Berlín, aunque su director y guionista, Juan Estelrich, se ha opuesto a ello por considerar que el rodaje del filme "no se finalizó". Así lo contaba EL PAÍS (17 de enero) en una información firmada por Diego Muñoz. En la noticia, el periodista citaba unas palabras del productor ejecutivo, Eduardo Campoy: "El rodaje se realizó en el tiempo previsto y los planos que le faltaron por rodar al director no los hizo porque él abandonó el rodaje".EsteIrich acude al Ombudsman para salir al paso de las manifestaciones de Campoy: "Atentan muy gravemente a mi reputación y a mi carrera", afirma. "Aparte de que difícilmente se podía abandonar un rodaje que, según él, se había realizado en el tiempo previsto, la verdad incontestable está contenida en la carta-circular que dirigió a todos y cada uno de los componentes del equipo técnico-artístico del filme y que éstos podrán confirmar". En esa carta, cuya copia EsteIrich envía al Defensor del Lector, el Productor ejecutivo, Eduardo Campoy, comunica "'la finalización del rodaje de La vida láctea". "La productora y yo, como responsables de la misma", escribe, "hemos decidido que con el material rodado hasta la fecha, la película está perfectamente terminada". "Este escrito", replica EsteIrich, "prueba con suficiente claridad quién abandonó el rodaje y, por qué mi película está inacabada".

Parece claro que entre el productor ejecutivo y el director de La vida láctea existe un conflicto (para más detalle véase EL PAÍS del 4 de enero). La queja del director del filme se habría evitado si el informador hubiera contrastado las afirmaciones de Campoy (los planos que faltan no se filmaron porque el director "abandonó el rodaje") con Juan Estelrich.

El Libro de estilo es preciso en pleitos como este: "En los casos conflictivos hay que escuchar o acudir siempre a las dos partes en litigio". En este ocasión, como en otras que ha tratado el Ombudsman, la protesta de una de las partes encuentra amparo en las normas del periódico. Que son de obligado cumplimiento.

¿Por qué Diego Muñoz no acudió a Estelrich para conocer su versión? El redactor expone que la noticia publicada el 4 de enero -también firmada por él- ya contaba que, según el director de la película, la productora "no le dejó terminar el rodaje". "Ésa es la razón", manifiesta, "para que yo no llamara de nuevo al director cuando recibí la información última".

A la argumentación de Diego Muñoz cabe aplicar lo que también manda el Libro de estilo, que especifica en concreto que un texto informativo debe explicarse en sí mismo de manera que el lector no necesite recordar los antecedentes para comprender la información que se le ofrece. "Cada noticia debe ser escrita como unidad informativa, sin sobreentenderla ligada a otros textos".

De nuevo, 'billion'

El domingo 24 de enero, el Ombudsman se ocupó de la palabra inglesa billion que, como señala el Libro de estilo, en Estados Unidos y el Reino Unido equivale a 1.000 millones y no al billón español (millón de millones).

Desde Murcia, Michael J. Walker escribe al Defensor del Lector: "Lamento informarle que usted o el Libro de estilo se ha equivocado". Y explica su punto de vista: "En EE UU la palabra billion, efectivamente, significa un millar de millones; sin embargo, en el Reino Unido sigue significando un millón de millones". El comunicante aporta varios testimonios de autorizados diccionarios que le dan la razón.

Sin embargo, ya hace tiempo que en el Reino Unido se usa cada vez más el billion al modo estadounidense (1.000 millones). Basta echar un vistazo a la prensa británica de cada día. En el prestigioso diccionario Collins (edición de 1988) ya se señala que en Estados Unidos y "ahora con frecuencia" en el Reino Unido un billion son 1.000 millones.

El teléfono directo del Ombudsman es 304 28 48.

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