Jueces progresistas creen que la nueva sede de la Audiencia es "degradante" para presos y testigos
La estructura de los calabozos de la nueva sede de la sección penal de la Audiencia Provincial de Madrid "resulta opresiva y agobiante", según explica un informe aprobado por la organización Jueces para la Democracia. Las 10 secciones penales de la Audiencia, todavía enclavadas en el edificio Las Salesas (donde también tiene su sede el Tribunal Supremo), van a ser trasladadas desde el lunes a un inmueble -"impracticable y degradante"- que ha rehabilitado el Ministerio de Justicia en la calle de Cartagena, 83. Este documento es fruto de una reunión que mantuvieron la pasada semana en Chinchón miembros de esta organización judicial progresista. Un redactor de EL PAÍS verificó personalmente ayer las deficiencias denunciadas.
"Esto es alucinante; mire: ¿usted cree que en esta habitación pueden trabajar 16 personas?", decían ayer, enfadados y señalando a una oficina judicial, varios funcionarios de la Sección Séptima de la Audiencia. "¿Ha visto las salas de audiencia de la entreplanta?", inquirió una funciona ría con ironía. Allí hay ocho salas para juicios, a cual de ellas más pequeña. Cuando el día 15 de este mes -fecha prevista para que comiencen los juicios- se reúnan en ese estrecho pasillo los acusados y los testigos que vayan a declarar contra ellos, los abogados, los familiares y el público que asista a las vistas orales de las ocho salas adyacentes, puede pasar de todo. En opinión de Jueces para la Democracia, el nuevo emplazamiento "es una solución surrealista: ni Almodóvar podría imaginarla".
300 millones
El edificio -sede hasta hace poco de la Escuela de Hacienda Pública-, que ocupa toda una manzana, consta de nueve plantas. Reformarlo ha costado al ministerio unos 300 millones de pesetas. Jueces para la Democracia -entidad a la que pertenece casi un tercio de los magistrados de la Audiencia- no entiende cómo Justicia invierte tanto dinero en un inmueble provisional (será usado durante unos tres años, en principio). "El ciudadano tendría derecho a sospechar si detrás de estas decisiones se ocultan negocios e intereses privados (en un momento en que la ciudadanía está tan sensibilizada frente a cualquier sombra de corrupción) por completo ajenos al interés general que debe servir toda administración pública", señala el texto de la organización de jueces progresistas.
Además de los magistrados de la Audiencia, también están haciendo las maletas los miembros de la Fiscalía de Madrid. Abandonan sus actuales dependencias obligados por las obras de reestructuración que ejecuta el ministerio en las instalaciones de este órgano.
La Audiencia de Madrid ya no volverá, pues, a Las Salesas Su destino final será el edificio que hoy alberga a los juzgados de lo civil de la plaza de Castilla. Pero, mientras se acondiciona este inmueble, permanecerá en la calle de Cartagena.
La extensión y distribución de salas de vistas y el traslado de los internos son otros de los aspectos que critica Jueces para la Democracia en su informe: "El tradicional modelo mágico de comprensión escénica [de las salas] se va a ver sustituido [en la nueva sede de Cartagena] por otro más cercano a criterios de mercadería de grandes almacenes (justicia estilo El Corte Inglés)".
Esta organización adelanta que los testigos que acudan a los juicios se verán obligados a esperar en el pasillo, expuestos a algún incidente con las partes del juicio, o "en una sala de espera que recuerda los peores calabozos inquisitoriales". Hay un calabozo por cada sección, carente de luz natural e impregnado de tonos verdes y azules tristes. En su interior -al menos ayer- sólo se veía un banco de cemento para que se sienten los presos.
No es esto lo peor, según pudo comprobar ayer este periódico: la dimensión de las salas de juicios asignadas a las secciones sexta y séptima es, a todas luces, insuficiente. Una vez dentro del juicio, abogados, testigos, presos y hasta los agentes policiales que les custodien van a estar apiñados. Sin contar al público. Salvo las tres salas ubicadas en la planta baja y en la primera -bastante cómodas y amplias-, las otras ocho, además de pequeñas, desembocan en un pasillo no menos estrecho que difícilmente será capaz de albergar dignamente a sus probables usuarios.
"El traslado de presos dentro del edificio", explica también Jueces para la Democracia, "resulta peligroso y lleno de dificultades: los ascensores que hay [tres] estaban previstos para un centro de naturaleza bien distinta de un palacio de justicia". Desde luego, dos policías y un preso no caben en un ascensor, y si caben, tan apretujados van a estar que el recluso, en un descuido, tendría la pistola del policía a su alcance.
El enclave del nuevo edificio de Cartagena -una calle muy congestionada- tampoco es el adecuado, afirma Jueces para la Democracia: "Deficiente comunicación intraurbana, espacios urbanos sobresaturados y ausencia de distancias urbanísticas".
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