Laurent Fabius no será juzgado por el escándalo de la sangre contaminada con sida
Laurent Fabius, el ex primer ministro socialista francés, no puede ser juzgado por el escándalo de la sangre contaminada con el virus del sida, al haber prescrito el caso, según decidió ayer la comisión de instrucción del Alto Tribunal de Justicia reunida en Versalles. La asociación francesa que agrupa a los que han recibido transfusiones de sangre contaminada ha declarado "sentir vergüenza" ante la decisión judicial.
La misma decisión afecta a los también socialistas Georgina Dufoix y Edmond Hervé, responsables de la Sanidad francesa a mediados de los años ochenta, el período en el que miles de hemofílicos recibieron de un organismo público sangre infectada.El pasado 20 de septiembre, en la última sesión de la actual legislatura, Fabius, Dufoix y Hervé fueron acusados por las dos cámaras del Parlamento ante el Alto Tribunal de Justicia del delito de no asistencia a persona en peligro. Tras cambiar de opinión en varias ocasiones, el propio Fabius y los parlamentarios socialistas decidieron apoyar esta acusación. "Ser juzgado es el único recurso que me queda para probar mi inocencia", dijo el ex primer ministro.
Pero según la comisión de instrucción del Alto Tribunal, presidida por el juez Louis Gondre, ya es demasiado tarde para que la verdad de las responsabilidades políticas de este escándalo sea conocida. El delito de no asistencia a persona en peligro prescribe en Francia a los tres años de los hechos. Y los hechos se remontan a 1985.
El ex primer ministro reaccionó ayer de este modo a la noticia: "Esta decisión no me alivia en absoluto, porque yo deseaba profundamente explicarme ante el Alto Tribunal y obtener una sentencia firme de inocencia":
El Alto Tribunal, un organismo de excepción destinado a juzgar los presuntos delitos cometidos por ministros y ex ministros en el ejercicio de sus funciones, jamás ha llegado a constituirse en la historia de la V República. Para ello se precisa que las dos cámaras -como hicieron en el caso de Fabius, Dufoix y Hervé- pronuncien, una acusación. Luego, una comisión de juristas, la reunida ayer en Versalles, decide si hay o no materia para seguir la instrucción.
El pasado 28 de octubre fueron condenados por un tribunal ordinario tres médicos implicados en el escándalo de la sangre. La condena más severa, cuatro años de cárcel, fue Para Michel Garretta, ex director del Centro Nacional de Transfusiones Sanguíneas. Pero las asociaciones de hemofílicos y los partidos de derechas desencadenaron una campaña exigiendo que Fabius, Dufoix, y Hervé respondieran también ante la Justicia. Esta campana culminó con la acusación por la Asamblea Nacional y el Seriado de los tres dirigentes socialistas.
El escándalo de la sangre ha sido uno de los que más, ha contribuido a deteriorar la. imagen de los socialistas franceses. A pocas semanas de las elecciones legislativas, todas las encuestas señalan que ese asunto pesará como plomo en la anunciada derrota del partido del puño y la rosa.
En cambio, François Léotard vuelve a la carrera. con las manos limpias. El líder del Partido Republicano, uno de los componentes de la centrista Unión para la Democracia Francesa (UDF), es, según sentenció ayer un tribunal de Lyon, inocente de las acusaciones de corrupción que pesaban sobre él.
Tráfico de influencias
Cuando, el pasado junio, fue procesado por tráfico de influencias en razón de las presuntas irregularidades descubiertas en la compra de su chalé de Frejus, Léotard dimitió de todos sus cargos. La joven promesa de la derecha -aunque tenga 50 años, es joven para la media de los líderes políticos franceses- entró en una vía muerta. Pero desde ayer, Léo está limpio como una patena. "Ahora tengo absoluta libertad para consagrarme a los asuntos de la República", declaró tras conocer su exculpación por el tribunal de Lyón.Léotard el una de las más prometedoras y discutidas encarnaciones de la nueva generación de la derecha francesa. Desde hace una década libra un combate parricida contra sus mayores: Valery Giscard d'Estaing y Jacques Chirac. Léotard cree que ha llegado el momento de que Giscard y Chirac pasen la antorcha, y él se cree el más capacitado para recogerla. El Elíseo, la sede de la presidencia, es su objetivo.
Entretanto, el líder del Partido Republicano forma parte del grupo de candidatos al puesto de futuro huésped del hotel Matignon, la residencia del primer ministro francés. Un grupo, que dada la previsible victoria en los comicios del 21 y 28 de marzo de la coalición formada por la UDF y la gaullista Asamblea para la República (RPR), sólo incluye a personalidades del centro y la derecha: Edouard Balladur, Raymond Barre, Valery Giscard d'Estaing y el propio Léotard.
La última encuesta, la de Le Nouvel Observateur, sigue dando a la coalición RPR-UDF un 40% de las intenciones de voto, un porcentaje suficiente para, merced al sistema mayoritario a dos vueltas, obtener más de 400 de los 577 escaños de la Asamblea Nacional. El Partido Socialista y los ecologistas compiten por el segundo lugar, en una franja que va del 15% al 20% de los sufragios.
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