Guerra a los sultanes en Malaisia
El Gobierno decide enmendar la Constitución para recortar el poder de los siete reyes
Uno de los logros de la descolonización británica en Malaisia fue la preservación de una valiosa especie en vías de extinción: los sultanes. En pocos lugares como en la reserva de la península asiática, de 18 millones de habitantes, campa a sus anchas y se reproduce con tanta libertad esta monarquía bufa que disfruta del derecho de pernada en Lamborghini y sacude al vasallaje con palos de golf. La orden del sultán es la ley misma en varios predios controlados por los siete reyezuelos nacionales. Harto de sus desmanes, el Gobierno decidió enmendar la Constitución y recortar los poderes de los entronizados en otras latitudes por los tenientes generales de los califas mahometanos.La negativa de los sultanes a aceptar una limitación de sus anacrónicas bulas ha colocado a Malaisia al borde de una cri sis constitucional, la segunda desde que en 1983 el primer ministro, Mahathir Mohamad, acotase las prebendas de quie nes se proclaman guardianes del Islam y ocultan cuentas bancarias más generosas que los presupuestos generales de algunos Estados. El Gobierno, cuyas pro puestas debatió ayer el Parlamento pese al rechazo de los sultanes, precisó que sus intenciones no son establecer una república en este país de religión musulmana, habitado por ma layos, chinos, indios y minorías indígenas, y situado en el extremo del sureste continental, entre Tailandia y Singapur. El objetivo es acabar con las tropelías e inmunidad prácticamente total de estos caciques linajudos, ilustrados y dialogantes al gunos de ellos, que se turnan cada cinco años como reyes de Malaisia de acuerdo con la le tra de la Constitución monárquica.
El detonante de la primera crisis fue el apaleamiento -físico y verbal de un entrenador de yóquey que aventuró una discusión con el polémico Mahmud Iskandar, de 60 años, el mismo caudillo educado en el Reino Unido que en una ocasión hizo descalzarse a un antiguo ministro antes de permitir le subir a su helicóptero afelpa do. En el año 1973 este sultán pura sangre, poco respetuoso con la antigua metrópoli al conducir un Ferrari y asignar a la escolta un Rolls-Royce, fue sentenciado a seis meses de prisión y 250.000 pesetas de multa por el asesinato de un contra -bandista, al que cazó a tiros desde la cubierta del helicóptero alfombrado con peluche. Previamente descalabró a palos a un criado burlón. Su padre, entonces en el trono y con derecho al perdón de reos, le conmutó la condena. Este desprecio por la justicia levantó airadas protestas entre los sectores más progresistas del país. La realeza es respetada en esta nación de 15 Estados, pero el 76% de los residentes en los siete sultanatos apoya la conve niencia de someter a quienes tan mal representan la institu ción, según una encuesta oficial.
Consejo de Gobernantes
La enmienda constitucional de 1983 estableció que cual quier proyecto legislativo aprobado por el Parlamento pasara a ser ley en el plazo de 30 días. En este periodo de tiempo, el monarca puede re trasar su promulgación, pero no evitarla. El compromiso incluyó una disposición que obliga al previo consentimien to de los sultanes, agrupados en un llamado Consejo de Go bernantes, cuando se preparen enmiendas constitucioriales que afecten su status.
Mahatir subrayó que, el Parlamento cumple con su función de discutir las leyes y no necesita para ello la autorización del consejo. El jefe del Gobierno anunció que de todas formas las enmiendas aprobadas "serán presentadas al rey para su ratificación".
Las modificaciones a la Constitución, denunciadas por sus destinatarios como desestabilizadoras, facilitarán el procesamiento de los propios sultanes, la entrada de la policía en palacio para practicar la detención del patriarca o arrestar a algún familiar sospechoso de haberse extralimitado en el frecuente pateo de traseros plebeyos. El Parlamento podrá también debatir abiertamente aspectos relacionados con su comportamiento público y privado y proponer medidas cuando los abusos sean intolerables.
"Son los cambios más importantes abordados nunca por el Gobierno. Eran inevitables para modernizar el país", coinciden en destacar varios analistas. La mayor parte del empresariado nacional, irritado por su competencia desleal, favorece enmiendas constitucionales. Independizada Malaisia, país que ha experimentado uno de los crecimientos económicos más espectaculares de Asia, las familias reales participaron activamente en operaciones multimillonarias y se enriquecieron a placer. La próspera comunidad china formó sociedades con los sultanes, y éstos aprovecharon su influencia para conocer con anticipación la situación de los mejores botines. "En algunos casos utilizan las mezquitas para fines políticos y coquetean con la oposición para reforzar su influencia" señalan portavoces del partido gobernante.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.