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Buenos embarazos

La natalidad ha descendido vertiginosamente en España en los últimos 20 años en todos los tramos de edad, pasando el número medio, de hijos por mujer de 2,9 en 1970 a 1,36 en 1989, según el informe La mujer en cifras, de 1992, publicado por el Instituto de la Mujer. Sin embargo, este descenso ha sido menos pronunciado entre las mujeres que superan los 30 años. Este colectivo registra un cierto estancamiento, por lo que puede hablarse de un aumento relativo de los nacimientos a partir de esta edad.

Este fenómeno de maternidad tardía, también aparecido en el resto de Europa, permite esperar una recuperación de la natalidad en los próximos años, cuando las generaciones muy numerosas de los, años sesenta, los llamados Baby Bum, vayan superando los 30 años, según explica un informe del Instituto de la Mujer.

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Este aplazamiento tiene su causa en la crisis económica de la década de los setenta, que produjo un retraso en la decisión del matrimonio, pero también, y de forma irreversible, según explica el sociólogo Enrique Gil Calvo, en la emancipación de las mujeres, que cada vez más anteponen el éxito profesional a la decisión de la maternidad. El aumento en la edad de los padres no es fácil medirlo, pero Gil Calvo apunta que éste también se ha producido, porque lo que sigue manteniéndose es la diferencia de edad en las parejas a favor del varón, alrededor de unos cinco años.

Madurez emocional

Los médicos, por su parte, observan una mejor maternidad en las mujeres mayores. Los peligros de un embarazo de riesgo (a partir de los 35 años) van dejando de serlo con la generalización de los métodos de detección precoz de malformaciones. "En general, estos embarazos son mejores, porque se trata de hijos muy deseados y de mujeres mucho más maduras emocionalmente", explica Javier Cerrolaza, jefe del servicio de obstetricia del hospital de Móstoles. Se trata, en su mayoría, de mujeres con una alta posición profesional, social y cultural. Al contrario, el mito de la mujer ansiosa porque se le pasa la edad es casi inexistente.El que un hijo modifique demasiado la vida depende de cómo se lo tomen los padres. Esto es, al menos, lo que piensa Gema Nadal, médica acupuntora, madre primeriza a los 38 años, dentro de pocos meses. "A mi me parece que hay mucha gente que se lo toma un poco a la tremenda", comenta. Tanto ella como su marido, Carlos Algora, un empresario de 40 años, padre también por primera vez, creen que la independencia. de los padres depende de cómo se eduque a los hijos. "Es posible que un hijo aprenda que sus padres tienen una vida propia, y que de vez en cuando pueden irse de viaje o hacer sus planes", apunta Gema.

La situación económica es, por supuesto, un elemento muy importante, según reconocen. Carlos, confiesa estar más nervioso que su mujer. "Pero creo que a esta edad uno está más tranquilo y más relajado, y sabe más lo que quiere transmitirle a un hijo", añade.

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