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GENTE

Manolo García,

cantante de El último de la Fila, muestra sus habilidades pictóricas en la sala de exposiciones del Pati Llimona, de Barcelona. Los beneficios obtenidos en la venta se destinarán a la organización humanitaria Médicos sin Fronteras. El cantante, que siempre ha compatibilizado la música con la pintura, es responsable de todas las portadas de los discos de El último de la Fila. Los grupos en los que participó anteriormente, Los Rápidos y Los Burros, también llevaban la huella de sus manos. El compañero de escenario de Quimi Portet se confiesa un loco de la pintura. "Para mí", explica, "pintar es un placer, un placer casi fisico". Un cepillo de dientes, vino tinto, un lápiz de labios o una tiza son algunos de los inusuales materiales utilizados por el pintor en sus creaciones, cuyo precio oscila entre 40.000 pesetas y 180.000. "Me ocurre, sobre todo, en los viajes, cuando no tengo ningún bote de pintura o ninguna caja de acuarelas a mano. Entonces cojo lo primero que manche y me pongo a dibujar". Hasta ahora, el cantante nunca se había planteado enseñar en público sus cuadros porque le daba vergüenza. "Sé que alguien puede decir: 'Mira éste, como no tiene problemas para exponer porque es famoso...', pero creo que si esta muestra sirve para divulgar valores como los difundidos por Médicos sin Fronteras, merece la pena que te critiquen".

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