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Los jesuitas absuelven a la Inquisición de los "mitos de la Leyenda Negra"

La Inquisición no fue el compendio de horrores de inspiración eclesiástica que pretenden "las calumnias faltas de fundamento" difundidas a partir de la revuelta holandesa del siglo XVI contra la Corona española, conocidas como la Leyenda Negra. Fue, en cambio, un tribunal "no peor que los seculares" de la época, y un fiel reflejo de la sociedad española de entonces, que era "una de las más liberales de Europa". Así se afirma en una serie de dos artículos publicados por La Civiltá Cattolica, la revista oficial de pensamiento de la Compañía de Jesús.

Brian van Hove, el religioso de la compañía autor de dichos trabajos, analiza y recopila las obras "desmitificadoras" de historiadores de finales del siglo pasado y de éste, como Henry Charles Lea, Owen Chadwick, Arthur Francis Kamen o Edward Peters, con el fin de divulgar "la creciente comprensión y valoración" de la historiografía moderna del problema que plantean "los estereotipos de la Leyenda Negra".Señala que, como inglés doctorado en Oxford, De Kamen "no tiene ninguna razón aparente para defender la memoria de la Inquisición española". El jesuita toma de él la idea de que la Inquisición no fue "un órgano impuesto tiránicamente", sino siempre "tolerado" por los españoles y cuya pujanza se habría limitado al reinado de los Reyes Católicos. "Es probable que más de las tres cuartas partes de los que murieron por la Inquisición durante los tres siglos de su historia fueran ajusticiados en los primeros 20 años", afirma, citando a Kamen, el jesuita.

Por otra parte, a partir de 1480, con el auge popular del antisemitismo en España, la tolerancia hacia la Inquisición "se explica a veces más por interés en una purijicación étnica que por el de la ortodoxia religiosa", constata Van Hove, siguiendo la citada fuente.

Disidentes intelectuales

"En una sociedad en la que no existía ningún otro cuerpo público de policía", se lee en el artículo de La Civiltá, Ia gente dirigía sus quejas [a la Inquisición] y la utilizaba para sus venganzas personales", hasta convertirla en una institución "estimulada e inspirada por hombres cuya mentalidad reflejaba la de la mayoría de los españoles. Los disidentes eran sólo algunos intelectuales".No obstante, "España era una de las naciones europeas más libres, con instituciones políticas de todos los niveles", afirma Van Hove citan do a Kamen, quien a su vez se remite a Manéndez Pelayo como fuente de autoridad en este aserto. "No olvidemos, entre otras cosas, que las obras de Galileo nunca estuvieron en el índice español de libros prohibidos", añade el jesuita, esta vez de su propia pluma.

Precisamente en la reciente ceremonia de rehabilitación de Galileo, el Papa Juan Pablo II mostró una comprensión hacia los errores de la Inquisición que tuvo mucho de absolución histórica.

La propia Inquisición sería, sin embargo, la primera responsable de su mala fama, señala Van Hove, esta vez basándose en textos del historiador Edward Peters, debido a que "a partir del siglo XVI, el secreto se convirtió en la regla general impuesta a todo lo relacionado con el tribunal". Dicha norma respondía a menudo a la necesidad "de proteger a los testigos", muchos de los cuales, "según el tribunal, fueron asesinados".

El perjuicio del secreto

El secreto fomentó "una idea muy fantasiosa del funcionamiento" de la institución e impidió constatar que, según Peters, "desde el punto de vista judicial, los tribunales de la Inquisición no fueron ni mejores ni peores que los tribunales seculares de su tiempo".En cuanto a su génesis, la Leyenda Negra nace y se consolida en el siglo XVI, a partir de dos desarrollos históricos diversos: el deseo de Lutero y el protestantismo de justificar Su línea histórica en una "Iglesia escondida" que la Inquisición habría martirizado a lo largo de los siglos, y la ya citada revuelta de los Países Bajos, donde la protesta anti inquisitorial facilitó "a católicos y protestantes un útil denominador común político de sentimientos antiespañoles".

"El mito popular ligado a aquella vivencias sobrevive", aunque las conquistas historiográficas de la última década del XIX y del XX" impiden prácticamente su permanencia "entre los historiadores profesionales de cualquier creencia".

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