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La famifia real británica forma una piña en la segunda boda de la princesa Ana

La familia real británica en pleno, salvo Diana de Gales, acudió ayer a la boda de la princesa Ana, de 42 años, con el comandante de fragata Timothy Laurence, de 37 años, celebrada en la iglesia presbiteriana de Crathie, junto al castillo de Balmoral, en el norte de Escocia. El criterio de la reina Isabel de ofrecer una imagen de familia unida se impuso finalmente. La modesta ceremonia, a la que asistieron poco más de 30 invitados, fue la antitesis de la primera boda de la princesa con el capitán Mark Phillips, celebrada con todos los fastos en 1973.

La familia real se trasladó a la iglesia desde el castillo de Balmoral en dos coches todoterreno. En el primero, conducido por el príncipe Carlos, viajaban su hermano Andrés, la reina Isabel y la reina madre que lucía un aspecto radiante a sus 92 años de edad. En el segundo, que conducía el príncipe Eduardo, iba el hijo mayor de la princesa Ana, Peter, de 15 años, y la princesa Margarita.La novia llegó a la iglesia, situada en una pequeña colina junto a la carretera general, en un coche de las mismas características conducido por su padre. En el asiento trasero viajaba su hija Zara.

La sobriedad del atuendo de la novia -un abrigo marrón y un gorro del color de su pelo, adornado con flores blancas-, decepcionó a los curiosos. En total no serían más de 200 personas las que montaban guardia junto a un centenar largo de periodistas, al pie de la carretera, dispuestas a soportar el intenso frío con tal de ver de cerca a la familia real.

La velocidad con que los coches circularon por delante del cordón policial dificultó extraordinariamente el espectáculo. Sin embargo, al término de la ceremonia, en el camino de regreso a Balmoral, la familia real tuvo un pequeño detalle, y los todoterreno frenaron su marcha para permitir que la gente pudiera contemplarles a su marcha.

Sonrisa imperturbable

Entonces se vio claramente que la princesa Ana, sentada ahora junto a su flamante marido en uniforme de la Armada, lucía un vestido corto de complicado diseño en color marfil, con chaqueta del mismo tono. Que su madre y su abuela, pese al tremendo frío, vestían sendos conjuntos de abrigos de raso, en verde la reina Isabel, en azul la reina madre, con sombreros a juego.El príncipe Carlos, de sonrisa imperturbable, vestía la típica kilt escocesa, sus hermanos abrigos oscuros. La escasa familia del novio -su hermano Johnathan y su cuñada Jenny- pasó desapercibida dentro de la pequeña caravana de coches que trasladó a los invitados a la pequeña iglesia.

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El comandante Laurence pertenece actualmente al estado mayor del Ministerio de Defensa, pero conoció a su reciente esposa cuando prestaba servicio en la casa militar de la reina, entre 1986 y 1989. Pese a ello, es un desconocido para el gran público hasta el punto de que en el anuncio de los esponsales reales, colocado el viernes en la oficina municipal de Ballater, el funcionario de turno confundió su nombre. Timothy Laurence, que pasa por ser un hombre de carácter austero, amante como la princesa Ana de la vida al aire libre, se ha permitido el lujo de romper con una tradición de la casa real británica a la hora de encargar el anillo para su prometida, una sortija de diamantes con un zafiro.

Esta ceremonia nupcial de la princesa Ana ha sido la más discreta y económica que se recuerda de la familia real británica desde hace varios siglos.

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