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El Gobierno ruso amenaza con dimitir si el Parlamento rechaza a Gaidar

El Gobierno en pleno dimitirá si Yegor Gaidar no es confirmado hoy como primer ministro por el Congreso de los Diputados, -el macroparlamento ruso, y si el presidente, Borís Yeltsin, no lo nombra, en ese caso, primer ministro en funciones. Gaidar no está dispuesto a ocupar ningún puesto que no sea el de jefe de Gobierno.La decisión de los ministros, que fue dada a conocer ayer a través de un representante del servicio de prensa del Gobierno, es un claro mensaje a Yeltsin y demuestra la preocupación del equipo reformista ante la posibilidad de que el presidente se sienta tentado a presentar un candidato a primer ministro que satisfaga a la Unión Cívica, defensora de los intereses de la gran industria rusa.

El bloque Unión Cívica -de centro-izquierda en la terminología clásica y de centro-derecha en la rusa- no desea bajo ninguna circunstancia que al frente del Gobierno continúe Gaidar, quien desde junio actúa como primer ministro en funciones después de haber sido viceprimer ministro encargado de la reforma económica.

Frente a este virtual veto, Yeltsin había pensado en poner a la cabeza del Gobierno a una persona que inspire confianza a la Unión Cívica, dejando a Gaidar el puesto de viceprimer ministro responsable de la reforma o algún ministerio económico.

Una propuesta complicada

Yeltsin ha declarado que hoy presentará a Gaidar como candidato a primer ministro ante el Congreso. Las posibilidades de que sea confirmado -para lo cual necesita la mayoría simple de los 1.041 diputados en activo- son de un 50%, según el parlamentario VIadímir Isprávnikov, presidente del Consejo Económico Superior, adjunto al Legislativo y opositor de Gaidar.Ruslán Jasbulátov, el ambicioso jefe del Sóviet Supremo (el Parlamento permanente) sostiene, sin embargo, que la propuesta de Gaidar no será ratificada y que no podrá continuar como primer ministro en funciones. Para que la predicción de Jasbulátov se cumpla, el Congreso no sólo debe rechazar la candidatura de Gaidar, algo muy probable, sino que Yeltsin debe acatar la voluntad de la mayoría y presentar otro candidato.

El problema es que el presidente no está obligado a hacerlo. Puede simplemente ignorar el voto parlamentario y nombrar de nuevo a Gaidar primer ministro en funciones, cargo que éste puede conservar tranquilamente hasta abril, cuando debe volver a reunirse el Congreso.

Jasbulátov, sin embargo, quizá confíe en que haya surtido efecto la advertencia que hizo a Yeltsin después de que las enmiendas que habrían privado al presidente de importantes facultades no consiguieran, por sólo cuatro votos, los dos tercios necesarios para ser aprobadas: "Si usted continúa hacia un poder absoluto, esta victoria pírrica será la última y conducirá a la destrucción de nuestro país".

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