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Del horror 'jemer rojo' a paraíso de especuladores

La ONU hace lo que puede por devolver la paz a Camboya

Juan Jesús Aznárez

ENVIADO ESPECIALLas dos jóvenes camboyanos responsables de un mesa de registro electoral en la principal avenida del Phnom Penh desconocen que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó ayer un embargo comercial contra los jemeres rojos. Su interés fundamental es vender los cigarrillos expuestos junto a las listas del censo y las noticias de carácter político poco les importan. En la capital que fue sanguinario banco de pruebas de una utopía revolucionaria, pocos creen en la eficacia de las sanciones encaminadas al aislamiento del grupo que niega su colaboración en el proceso de paz firmado en París en 1991 después de trece años de guerra civil.

Las medidas establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para avanzar en la mayor operación pacificadora, de su historia, 20.000 hombres y 2.000 millones de dólares (unos 230.000 millones de pesetas), no podrán prosperar si Tailandia no compromete a sus Fuerzas Armadas en la vigilancia de sus 800 kilómetros de frontera, con Camboya y prohíbe los envíos de gasolina y operaciones multimillonarias en las que están implicados muchos de sus jefes militares. Ayer mismo, por lo pronto, el Gobierno de Bangkok impuso restricciones a los vuelos de la ONU desde su territorio hacia Camboya, en una inesperada medida que dejó sin habla a los portavoces de la ONIU y que los analistas de la situación ven como una represalia por la imposición de sanciones.A través de los mismos pasos utilizados por la resistencia camboyana en la lucha de los años cuarenta contra el colonialismo francés, comercian con piedras preciosas, madera y combustible los mismos guerrilleros que entre 1975 y 1978 convirtieron Phnom Penh en un cementerio. "Se calcula que cada mes los jemeres rojos ingresan diez millones de dólares (unos 1.150 millones de pesetas) vendiendo derechos de explotación en las zonas bajo su control a las compañías madereras tailandeses y traficando con rubíes, gemas o esmeraldas", aseguran fuentes diplomáticas en Phnom Penh.

Condiciones electorales

Un día antes de que la ONU aprobase las sanciones, el grupo que durante sus tres años de gobierno acabó con la vida de cerca de un millón de personas y controla militarmente el 14% del país, anunció la formación del partido Unidad Nacional de Camboya y su participación, en las elecciones de mayo próximo únicamente si el acuerdo de París "es correctamente aplicado y se retiran todas las fuerzas agresoras", en referencia al ejército vietnamita que en 1979 invadió Camboya, instaló el actual régimen y diez años después fue repatriado.Camboya, destruida su infraestructura económica y social en el salvaje trienio de Pol Pot y arruinada durante la guerra que siguió a su derocamiento por Vietnam, parece haberse dividido en dos: el campo arrocero y analfabeto, donde reside el 85% de sus seis millones de habitantes, y Phnom Penh, la capital caótica y especuladora. El destacamento de la ONU ha generado negocios, oportunidades y corrupción. Los 16.000 militares y 5.000 civiles encuadrados en las fuerzas de la Autoridad Provisional de la ONU, gastan diariamente 300.000 dólares (casi 35 millones de pesetas) en alojamiento y otros gastos y todo un mundo gira en torno a esta nueva clase con gran poder adquisitivo en una nación con 10 dólares de renta per cápita al mes. La inflación amenaza con llegar al 300% y más piratas inmobiliarios desembarcan en el río Mekong. "Con dinero aquí se puede comprar todo", dice un camboyano de la capital. En sólo un año, el ayuntamiento ha aprobado 3.000 permisos de obras para atender la creciente demanda de alojamiento y despachos. Embajadas, exiliados de vuelta y los inversores más confiados en el futuro de Camboya buscan locales para instalarse y pagan 4.500 dólares al mes por una vivienda.

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