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Unos 100 policías cargaron contra periodistas para proteger a Guerra

La policía tenía la orden de defender al ciudadano Juan Guerra del acoso de los periodistas, y, para eso, más de 100 agentes de las GOES (Grupos de Operaciones Especiales) se desplegaron por la Audiencia de Sevilla. Tanto esmero pusieron en cumplir bien su labor que rompieron la cámara a un fotógrafo, hicieron rodar por los suelos a otros cuantos y exhibieron siempre una contundencia tal que, al final de la tarde, provocaron un fuerte altercado con los informadores.El despliegue policial en el juzgado hizo que María, una estudiante de Derecho que se disponía a asistir al juicio bromeara: "Menos mal que es Juan Guerra, que si es Alfonso el que se sienta en el banquillo tienen que pedir policía prestada de Portugal".

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El fuerte contingente policial, que llegó al juzgado antes de las ocho de la mañana, suscitó también el comentario jocoso de un magistrado sevillano: "¿Pero a quién se juzga, a Juan Guerra o a Artapalo?

Tanta fue la presencia policial y el empeño puesto en su labor, que en un momento de la mañana debieron confundir si tenían que defender a Juan Guerra y sus socios o a todos los que se apellidasen Guerra. Así, otro de los hermanos del ex vicepresidente, Antonio Guerra, conocido por El Patillas, estuvo siempre rodeado de varios agentes. Antonio, acusado en su día del cobro de una comisión por gestionar la venta de unos cuarteles, aprovechó la situación para atizar una patada a un fotógrafo, después de intentar sin éxito utilizar sus influencias con una agente judicial para que le dejara ver a su hermano.Ruiz-Mateos

Juan Guerra no estaba solo. Además de sus socios, entre los que destaca su amigo José María Ramos Reina, conde nado en su día por tenencia ilícita de armas y al que reservó un sitio en el banquillo de los acusados, al final de la sala -la más grande de la Audiencia de Sevilla- estaba un acusador de excepción: José María Ruiz Mateos. Éste, que rompió su ya famosa costumbre de acudir disfrazado a las sedes judiciales -ayer lucía un elegantísimo terno-, se acercó antes del juicio a uno de los policías, y alzándose pata cogerlo por los hombros, dijo: "¡Estos sí que son supermanes!".

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Los supermanes intentaron, al final de la primera sesión del juicio, proteger a toda costa la salida de Juan Guerra, y para ello introdujeron el coche del asistente, un Alfa Romeo rojo conducido por un ciudadano tocado de gorra marinera, en la cochera que sólo suelen utilizar los vehículos policiales destinados al traslado de presos. Inútil. Los fotógrafos se percataron, y se produjeron forcejeos y cruce de insultos.

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