Aravaca

Le escribo porque soy una vecina de Aravaca. Me gustaría transmitir a toda la opinión pública a través de su periódico el profundo dolor que siento, igual que otros vecinos, por el horrible asesinato que se cometió el viernes 13. Desde entonces nadie duda en calificarnos de racistas, cuando somos los primeros en sentir la conmoción que ha causado este zarpazo xenófobo. Nuestro barrio ha sido escenario de la brutalidad, y eso no sólo nos rebela, sino que nos hace exigir como el que más que la justicia actúe eficazmente y deje al descubierto cuanto antes la cara de los asesinos, esos cobardes que se la cubrieron para matar y que se esconden mientran las acusaciones se proyectan sobre unos y otros.Esta noche, mi recorrido por la plaza de la Corona Boreal me sugería estas líneas; la he atravesado como cada día para llegar a casa y he visto desierto el escenario donde primero se coló la polémica cuando fueron llegando los inmigrantes para reunirse, luego se manifestó la violencia irracional y finalmente acudieron de la mano dolor e indignación ante la injusticia. Las flores para Lucrecia estaban en medio de la plaza, entre las farolas y las llamas temblorosas de algunas velas; acabaré lanzando un doble deseo: que esa luz sea intensa y guíe por buen camino a la justicia, y que sea una señal de esperanza, un deseo de calor alentado en el corazón de todos para que nunca tengamos que avergonzarnos por un hecho tan incalificable.-