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Laboristas y Fine Gáel preparan un Gobierno de coalición tras las elecciones de hoy en Irlanda

Enric González

Albert Reynolds, que llegó al poder hace un año, puede convertirse en el primer ministro más fugaz de la historia de Irlanda. Su partido, el Fianna Fáil, no remonta en las encuestas, mientras el Fine Gáel y el Partido Laborista hablan ya abiertamente sobre una coalición de centro-izquierda. Todo indica que los irlandeses emitirán, en las elecciones generales de hoy, dos grandes mensajes: hay que enderezar la economía y regenerar la Administración pública. Los cinco años de Gobierno del Fianna Fáil se ven marcados por un fuerte aumento del desempleo y un indeleble aroma a corrupción.

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El más reciente caso de corrupción en las esferas públicas consistió en la exportación de carne a Irak con el respaldo de fondos comunitarios y la participación de miembros del Gobierno. Fue ese escándalo el que hace un año propició la caída como líder del Fianna Fáil y, consiguientemente, del tormentoso Charles Haughey como taoíseach (primer ministro).Albert Reynolds, un adinerado fabricante de comida para perros, fue quien forzó la dimisión de Haughey. Hace un mes, Reynolds aprovechó de nuevo el escándalo de la carne para acusar de perjurio al líder de los Demócratas Progresistas y romper la coalición de Gobierno heredada de Haughey. Con la convocatoria de elecciones anticipadas, el taoiseach aspiraba a obtener una cómoda mayoría absoluta y asegurarse una legislatura sin sobresaltos.

Pero el escándalo de la carne -y otros previos- están pasando factura al propio Reynolds. La opinión pública irlandesa identifica al Fianna Fáil con la corrupción, y ha girado la vista hacia el laborismo. El Fianna Fáil se mantendrá como el partido más votado, con una porción del voto cercana al 40%. Pero quedará lejos de la mayoría absoluta y será el popularísimo líder laborista, Dick Spring, quien (con un 25% de los votos) decidirá la nueva coalición de Gobierno.

El debate económico

Spring emitió ayer un claro mensaje sobre sus intenciones. Una coalición Fianna Fáil-Partido Laborista "no podría funcionar", dijo con rotundidad Spring. Los laboristas han centrado su campana en la creación de empleo, con incentivos fiscales para los empresarios y un aumento del gasto en obra pública, y miran hacia el Fine Gáel (con otro 25% de los votos) como posible socio de un Gobierno de centro-izquierda.El Fine Gáel tiene los mismos orígenes que el Fianna Fáil, se define como interclasista igual que el Fianna Fáil (ni derecha ni izquierda: un poco de todo), es antiabortista como el Fianna Fáil (los laboristas están a favor) y su líder, John Bruton, no es un prodigio de carisma.

Pero el Fine Gáel tiene la ventaja, frente al Fianna Fáil, de no estar implicado en los más recientes casos de corrupción y de haber participado ya, hasta 1987, en una coalición de Gobierno con los laboristas. En su contra debe anotarse que aquella coalición de centro-izquierda fue extremadamente inestable, forzó dos elecciones generales consecutivas y acabó rindiéndose ante el Fianna Fáil.

Albert Reynolds dedicó el último día de campaña a identificar a su partido, el Fianna Fáil, con la estabilidad política y con la moderación económica. La coalición Fine Gáel-laboristas sólo acarrearía, insistió, grandes subidas de impuestos e inestabilidad. "La inversión desaparecerá en ese ambiente", afirmó Reyriolds.

En un debate televisivo frente a su rival John Bruton (Fine Gáel), celebrado el lunes por la noche, ambos líderes se enzarzaron en un torpe cuerpo a cuerpo acerca de cuál de ellos inspiraba mayor confianza y cuál sería más capaz de evitar el desplome de la moneda. El ganador en el debate fue, sin duda, el gran ausente: el laborista Dick Spring.

El complejo sistema electoral irlandés juega, en cualquier caso, contra el Fianna Fáil y a favor del Fine Gáel y los laboristas. El sistema es básicamente mayoritario, pero con correcciones: el votante indica sus preferencias por orden. Cuando el candidato más votado en cada circunscripción obtiene las papeletas necesarias para ganar su escaño, el resto va al segundo más votado, y luego al tercero. Este mecanismo prima las coaliciones previas.

Izquierda Democrática (un pequeño grupo equivalente a Izquierda Unida en España) pide que el segundo voto sea para los laboristas; lo mismo piden, más significativamente, el Fine Gáel y los Demócratas Progresistas. Todos los partidos se apoyan mutuamente como segundos, excepto el Fianna Fáil, que está solo.

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