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El misterio de Vasílievich

Siniestros intereses políticos han marcado el soñado retorno victorioso de Bobby Fischer al ajedrez

Leontxo García

Tráfico de armas, divisas y petróleo. Mafia, guardaespaldas y pistolas. Violación del embargo internacional. Propaganda para lavar la imagen de Serbia y derroche de dinero. Esa turbia mezcla ha ensuciado el soñado retorno victorioso del estadounidense Bobby Fischer, a costa del francés Borís Spassky, y configurado la vorágine de su patrocinador, el misterioso magnate Jezdímir Vasílievich. Una vez más, el ajedrez de élite se ha mostrado como un instrumento al servicio de la política.

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"He pensado en cerrar la sala de prensa, pero no lo haré por respeto a los informadores extranjeros. Estoy harto de que ciertos periódicos, ligados al comunismo durante 50 años, manchen mi nombre con mentiras. Me han acusado de la muerte de Alexándar Knézevic [de 21 años, relacionado con la mafia y asesinado en un hotel de Be1gradol. Su padre ha dicho que soy inocente, pero eso no les importa". Así se expresó días atrás Vasílievich, de 43, años, ante una treintena de periodistas atónitos.Nadie sabe con exactitud quién es este hombre. Es evidente que el duelo entre Fischer y Spasski suponía un gancho, publicitario para su banco, el Yugoskandik, que paga un 10% de interés mensual por los depósitos en divisas, y para el Gobierno de Slobodan Milósevic. Por otra parte, el apoyo de éste parece imprescindimble para que Vasílievich pueda controlar el mercado negro y violar el embargo importando gasolina y otros productos en cantidades enormes.

Pero sus declaraciones a EL PAÍS le perfilan como un enemigo visceral del presidente serbio, salvo que sea capaz de emular a Marlon Brando: "Los comunistas mataron a mi abuelo, me encarcelaron durante 23 meses por expresar mis ideas y me motivaron para lanzar un cóctel Molotov durante una visita del mariscal Tito a Nueva York. Voy a enviar a mi familia al extranjero, pero yo me quedaré para luchar contra Milósevic incluso militarmente", dijo Vasílievich con voz compungida, ojeras profundas y semblante demacrado en medio de sus guardaespaladas.

Se supone que su ingenuidad y su hambre de ajedrez tras 20 años de enclaustramiento le hicieron a Fischer romper una norma que siempre cumplió a rajatabla: comprobar la procedencia del dinero que le ofrecen, aunque, como en este caso, los premios hayan sido de 365 millones de pesetas para el ganador, él, y de 180 para el perdedor, Spasski. Vasílievich ansia a en del duelo, que ya duraba dos meses, para concentrarse en una campana política visitando 45 ciudades y por un motivo más prosaico: "Cada día extra me costaba 50.000 marcos [más de 3,5 millones de pesetas]".

Buena parte de ese dinero cubría los honorarios y gastos de las 270 personas que trabajaban en la organización. En su mayoría eran fornidos guardaespaldas de extrema dureza que habían cambiado el ring por los tresillos de lujo y el calzón por un elegante traje. Parecían muy contentos cuando infundían miedo al caminar en grupo y con rapidez por los pasillos en formación de a dos.

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Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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