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GENTE

El lío de los portavoces de Buckingham y el desamor de Carlos y Diana

Enric González

Buckingham ya no es lo que era. Los circunspectos portavoces de la reina estaban ayer hechos un lío, negando que no hubieran negado que los príncipes Carlos y Diana se llevan, como todo el mundo sabe, a matar. Esta nueva peripecia del tortuoso culebrón de los Gales se produjo en Corea del Sur, adonde la pareja se desplazó a principios de semana para demostrar que aún soportaban viajar juntos.El viaje fue organizado personalmente por la reina Isabel II y su marido, el duque de Edimburgo, como un ejercicio de relaciones públicas. Pero la maniobra empezó a estropearse desde el principio: Carlos y Diana ni siquiera se miraban. El cotilleo del desamor se recrudeció de nuevo. Y, al fin, alguien del entorno real pronunció ante dos periodistas una frase fatídica: "No digo que el matrimonio sea feliz, pero se les ha tratado injustamente y todo se ha exagerado en los periódicos".

Ya estaba. Por primera vez, un portavoz de palacio admitía abiertamente que la pareja no era feliz. Puede parecer una tontería -y de hecho lo es-, pero el reconocimiento fue recogido con fanfarrias por la prensa sensacionalista. Otra vez los grandes titulares: Las lágrimas de la princesa, Sola y triste, El viaje más amargo, y así hasta la saciedad. Los pobres diplomáticos surcoreanos asistían desconcertados al insólito espectáculo de dos personas recíprocamente autistas, perseguidas por un vociferante pelotón de periodistas que celebraba casi con aplausos cada mohín de desdén.

Buckingham insistía ayer en que nadie había dicho la frase. Pero los enviados especiales del Daily Mirror y de la cadena de televisión Sky News la tenían bien anotada. Visto el escepticismo con se acogía el desmentido, los portavoces de palacio ensayaban anoche una nueva táctica: la culpa de toda la infelicidad ya no era de los príncipes de Gales -por supuesto- ni de la prensa -eso era nuevo-, sino de los cortesanos. Es decir, los mismos portavoces. Eran ellos quienes se equivocaban, quienes transmitían una imagen distorsionada de la real pareja.

Las nuevas noticias sobre las desventuras conyugales de los Gales aparecían entrelazadas con la segunda edición del libro Diana: su verdadera historia, que se publica en rústica en Estados Unidos con un capítulo adicional llamado 'Una princesa sola'. Morton, ya considerablemente rico con la primera edición, espera hacerse definitivamente creso con nuevas revelaciones sobre el odio africano que, al parecer, se dispensan Diana y el duque de Edimburgo, y sobre las gestiones de Isabel II para impedir que la princesa plantara para siempre a Carlos. En el epílogo se afirma que Diana está ahora decidida a seguir con la familia Windsor. "No conseguirán quebrarme", dice Morton que dice Diana.

Por su parte, Diana lo niega todo y publicó ayer un comunicado oficial diciendo que sus relaciones con la reina y el duque de Edimburgo son buenas. El culebrón, pues, no acaba aquí. Continuará.

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