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LA BATALLA POR LA CASA BLANCA

Clinton, a la Casa Blanca

Antonio Caño

No fue una victoria, fue casi un clamor poular en favor del cambio el que eligió ayer al candidato demócrata, Bill Clinton, como el 420 presidente de Estados Unidos. George Bush, de 68 años, el héroe de la guerra del Golfo, el dirigente que se atribuía los méritos por el final de la guerra fría, sucumbió ante los efectos de la crisis económica y fue humillado en las urnas ante un gobernador del Estado de Arkansas de tan sólo 46 años, que supo devolver la esperanza al pueblo norteamericano y restituir la Casa Blanca a los demócratas después de 12 años de reaganismo. La victoria de Clinton abre un periodo de expectación en cuanto al futuro de EE UU y de¡ mundo entero. Al filo de las cinco de la madrugada de hoy, cuando iban a cerrar los colegios en la Costa Oeste, Clinton tenía 287 votos electorales, por encima de los 270 necesarios para alcanzar la presidencia. George Bush sólo había logrado asegurarse 64 compromisarios.

A falta de conocerse los datos definitivos en casi la mitad de la nación, y sobre todo en California y los otros Estados del Oeste -donde el triunfo demócrata, sin embargo, se daba por seguro-, Clinton tenía garantizada una amplia victoria, que le daba un claro mandato político para el cambio.A diferencia de John Fitzgerald Kennedy, cuya victoria contra Richard Nixon en- 1960 fue muy disputada y sólo se aseguró al mediodía del miércoles, y con quien frecuentemente se compara a Clinton, el presidente electo pudo permitirse el lujo de ver una película de John Wayne mientras iba conociendo los resultados en su casa de Little Rock.El presidente Bush, que tendrá que abandonar la Casa Blanca el próximo 20 de enero, tuvo que reconocer, antes incluso de que hubiera concluido la votación en su Estado adoptivo de Tejas, que las cosas se presentaban "con muy mala pinta" para él.Bill Clinton ganó la mayor parte de los Estados que se consideraban clave para llegar a la presidencia. El candidato demócrata arrasó en el Medio Oeste (donde obtuvo la victoria en Ohio, Illinois, Michigan, Misuri, Kentucky, Wisconsin y Pensilvania), ganó también en Estados decisivos del Sur y del Oeste, como Georgia y Nuevo México, y alcanzó el triunfo en zonas de la Costa Este, donde hasta el último momento la situación se había mantenido incierta, según los sondeos de opinión.Pasa a la página 3

Más información en las páginas 2 a 9Editorial en la página 16

La promesa de renovación hace presidente a Clinton

Viene de la primera páginaLa mayor parte de esos Estados habían votado republicano en las tres últimas elecciones, y algunos de ellos no elegían a un demócrata desde hacía décadas. El candidato demócrata ganó incluso el Estado de Colorado, en el corazón de territorio conservador. Se aseguró todos los Estados en los que partía como favorito, y contaba con posibilidades de victoria en los enclaves republicanos de Tejas y Florida, donde esta madrugada no había aún resultados fiables.

Aunque durante toda la campaña se ha dudado de su fiabilidad como presidente, Bill Clinton ganó la Casa Blanca arropado por un movimiento de entusiasmo popular pocas veces conocido en este país. Las elecciones de 1992, celebradas en un clima de gran incertidumbre por el futuro, sobre todo por el futuro económico, consiguió devolver al pueblo norteamericano el interés por la política y la fe en un presidente.

Después de un paréntesis de 12 años, en los que la revolución reaganista trajo una fuerte oleada conservadora a EE UU y la expandió por buena parte del mundo, el Partido Demócrata ha recuperado la Casa Blanca. Clinton, nacido después de la II Guerra Mundial, demócrata centrista, aunque comprometido con la idea de reducir las desigualdades, llega a la presidencia para gobernar la única superpotencia en un momento histórico de reordenamiento del poder mundial. Ya presidente, Clinton ha pedido a los norteamericanos "unidad y coraje para afrontar el futuro".

Un electorado irritado por la crisis económica y preocupado por un futuro incierto votó ayer con fe en su sistema la esperanza del cambio y, con una mayor participación que en 1988.

Los principales protagonistas de la larga, agria y emocionante campaña electoral pasaron la noche en sus lugares de origen, junto a sus familiares y amigos, a la espera de los resultados. Clinton votó en Little Rock, la capital de Arkansas, convertida este día en un símbolo del sueño americano, que permite a un hombre humilde, de un Estado insignificante, alcanzar el cargo político más importante del mundo. Durante la campaña, el candidato demócrata fue sometido a duros ataques por frontal oposición a la guerra de Vietnam.

La esperanza en la victoria del presidente George Bush se limitaba a anhelar que las encuestas que le daban perdedor sufrieran un fracaso histórico.

El presidente George Bush depositó su voto en Houston (Tejas), la ciudad en la que empezo su carrera política y. que adoptó, hace anos, como su lugar de residencia. Bush pasó la jornada junto a su mejor amigo y más estrecho, colaborador a lo largo de toda su gestión, James Baker. Ambos conservaron hasta el último momento la esperanza de que el candidato republicano sería capaz de producir en las urnas el vuelco electoral más grande de toda la historia de este país.

Sin embargo, esas esperanzas pronto se disiparon. Al cierre de los colegios electorales siguió el recuento de votos, y los Estados, unos tras otro, se inclinaban mayoritariamente por Clinton. El avance del candidato demócrata provenía de su victoria en aquellos Estados en los que Bush no podía perder para garantizar su reelección, como Georgia (13 votos electorales), Michigan (18) y Pensilvania (23). Los primeros Estados en caer en manos de los demócratas fueron los feudos republicanos de Vermont (3), New Hampshire (4) y Georgia (13), a los siguió Virginia Occidental (5), que en 1984 ganó Ronald Reagan, aunque volvió a manos demócratas en las presidenciales de 1988.

Luego siguieron los grandes Estados, como Nueva York (33), Illinois (22), y Pensilvania (23).

"Esto no tiene buena pinta", comentó Bush según se iban conociendo datos al saber que había ganado en Indiana (12 votos electorales), Oklahorna (8) y Carolina del Sur (8). En su último mitin dijo: "Siento que los dioses nos sonríen y sé que vamos a ganar", y pidió a los votantes que no hicieran caso de las encuestas que le daban como perdedor por un margen en tomo a los ocho puntos y acudieran a las urnas prestando atención únicamente a sus conciencias.

El candidato independiente, Ross Perot, pasó la jornada en su cuartel general de Dallas (Tejas), con la convicción de que ya ha cumplido con su trabajo de denunciar algunas carencias del sistema y de poner en alerta a los partidos tradicionales, aunque ello haya sido al alto precio de gastar más de 6.000 millones de pesetas de su propio bolsillo en su campaña.

Esta campaña electoral ha conseguido recuperar el interés de los norteamericanos por la política y ha abierto una expectación que rebasa las fronteras de EE UU y se extiende hacia Europa, América Latina, Rusia, Japón, Oriente Próximo y hasta Irak.

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