La crisis de los partidos trae aires de libertad a los canales de la RAI italiana
Algún cable parece haberse cruzado, porque hoy ocurre a veces que cada una de las tres cadenas de la RAI presente la misma noticia bajo su aspecto más desfavorable para el respectivo grupo político que la controla. Se trata de un hecho excepcional y desconcertante para quien está acostumbrado a interpretar el telediario en clave democristiana, socialista o ex comunista, según las estrategias de los tres partidos que durante la dos últimas décadas se han repartido el control férreo de los informativos de las emisoras televisivas estatales de Italia. Como también el de las radiofónicas.Los medios de comunicación italianos calculan que, de los 1.300 periodistas en la nómina de RAI televisión, al menos 500 tienen el carné de la Democracia Cristiana (DC) y que los 800 restantes se reparten adecuadamente entre el partido socialista (PSI) y los huérfanos del partido comunista (PCI).
Tales hechos vienen a confirmar que las cuotas electorales y de Gobierno confieren a los partidos una participación casi equivalente en el poder sobre la información pública. En la práctica, toda una estructura jurídica basada en un consejo de vigilancia y en un consejo de administración que gestiona el organismo con los criterios estrictos de reparto que determinan su propia composición han garantizado ese estado de cosas desde los años sesenta.
Corrientes internas
Síntoma del cambio de los tiempos y del deterioro del sistema consensuado italiano han sido las frecuentes denuncias de que los informativos de las tres grandes cadenas ni siquiera respondían ya a los partidos que teóricamente las controlaban, sino más bien a simples corrientes internas de éstos.Pero fueron las elecciones generales del pasado 5 de abril las que sentenciaron todo lo que huela a partitocracia en Italia, comenzando por una de sus manifestaciones más notables, como es el reparto de la televisión pública. Y es a partir de ahí cuando se desata un clima de rebelión entre periodistas que hasta entonces habían evitado poner en cuestión los vínculos políticos que sustentaban sus carreras. Simultáneamente, se ha planteado el problema del futuro de la red.
Hay en curso toda una negociación sobre la composición del consejo de administración y sus poderes, las facultades del director general y otros aspectos de la gestión de las redes. De su desenlace depende que los vientos despejen definitivamente el panorama de la RAI o se queden en una tormenta pasajera.
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