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EL 'SÍ' ESPAÑOL A MAASTRICHT

González y Aznar delegan la palabra

El presidente Felipe González lleva más de un año, antes y después de que los 12 jefes de Gobierno de la CE alcanzasen un acuerdo en Maastricht en diciembre, resaltando la trascendencia del Tratado de la Unión Europea. Ayer, sin embargo, en el pleno de la principal cámara legislativa que aprobó la ratificación del tratado no intervino, aunque sí estuvo presente en el hemiciclo.González delegó en su ministro de Asuntos Exteriores, Javier Solana, y el presidente del primer partido de la oposición, José María Aznar, hizo otro tanto con Rodrigo Rato, encargado de exponer el punto de vista de su partido.

El jefe del Ejecutivo habló, no obstante, a la salida ante los micrófonos y, curiosamente, dio la impresión de identificarse más con el discurso del catalán Miquel Roca, el único que mencionó en términos elogiosos, que con la intervención de Miguel Ángel Martínez, el portavoz de su partido. Martínez pronunció, en efecto, una alocución crítica con Izquierda Unida y Herri Batasuna, mientras Roca se situó "por encima de la coyuntura" y no arremetió contra nadie, limitándose a ensalzar las virtudes del tratado.

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La práctica unanimidad del voto a favor de Maastricht es vista por los socios europeos de España, según González, "como uno de los elementos que dan ( ... ) cohesión interna a nuestro país". "Nunca la política exterior de un país deja de ser un reflejo de lo que ocurre dentro", añadió.

En el escenario mundial, "los países pesan porque tienen peso dentro, y eso está ocurriendo aquí y debería alegramos a todos ( ... )", añadió, antes de poner como ejemplo la elección, el miércoles, de España como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU. Frente a rivales como Suecia o Nueva Zelanda este éxito hubiese sido impensable hace tan sólo unos años, concluyó.

González se abstuvo, sin embargo, de hacer un comentario que él y sus ministros dejan caer a veces lejos de las cámaras de televisión: si la unanimidad europeísta es una baza que el Gobierno juega en la CE, las revindicaciones nacionalistas dentro de España restan fuerza a algunos aspectos de la política exterior española.

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