"Ahora tenemos la iniciativa", advierte el Partido Quebequés
Los independentistas quebequeses han ganado una batalla, pero no han ganado la guerra. El rotundo rechazo al referéndum constitucional de ayer constituye para ellos una innegable victoria, pero no significa, sin embargo, que la separación de Quebec de la federación canadiense esté al alcance de la mano. Una dirigen te del Partido Quebequés lo de cía con realismo el lunes por la noche al conocerse los resultados de la consulta: "Los federalistas han perdido, pero nosotros no hemos ganado todavía. Es como en un partido de tenis: el servicio ha cambiado de lado, y tenemos ahora la iniciativa".¿Qué va a hacer ahora el Partido Quebequés con esta iniciativa? A pesar del tono militante de sus últimos discursos, su presidente, Jacques Parizeau, dio muestras de prudencia al subrayar la necesidad de mantener la alianza forjada en Quebec en torno al no al acuerdo de Charlottetown. Una alianza, reconoció, en la que los partidarios de mantener a la provincia dentro de la federación canadiense siguen teniendo mucha fuerza.
Oficialmente, el Partido Quebequés aspira a ganar las próximas elecciones provinciales y a convocar un referéndum sobre la soberanía en un plazo de ocho a diez meses después de su llegada al poder. Los dirigentes del partido aseguran que los intentos fallidos por encontrar una solución constitucional que respete la unidad de Canadá han hecho reflexionar a los quebequeses, y que éstos se muestran hoy más propensos a apoyar la independencia que en 1980.
Extremar la prudencia
Varios dirigentes del partido, sin embargo, se muestran más prudentes en privado. Nada permite pensar que el porcentaje de independentistas en el seno del electorado quebequés, que gira históricamente alrededor del tercio del total, haya cambiado de manera significativa. Tanta conciencia de ello tienen los dirigentes del partido que practican el pudor semántico y prefieren hablar más de soberanía que de independencia, ya que el primer concepto les parece: más susceptible de tranquilizar a los indecisos.
El principal talón de Aquiles de la propuesta independentista es, sin duda, la economía. La población de la provincia no está decidida a pagar con un excesivo coste, en términos de nivel de vida, la realización de un sueño político. El Partido Quebequés insiste, por ello, en la necesidad de conservar los vínculos económicos con el resto de Canadá, y acepta incluso la idea de mantener una moneda común (lo que limitaría sobremanera el margen real de autonomía de un Gobierno quebequés independiente). Las provincias anglófonas replican que Quebec no puede a la vez nadar y guardar la ropa, y aspirar a evitar los lados negativos de la separación si decide, finalmente, ponerla en práctica. Todo hace pensar, en estas condiciones, que la independencia puede todavía tardar bastante.
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