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Los británicos claman en la calle contra Major

Enric González

Londres asistió ayer a la primera muestra de lo que puede ser un invierno tormentoso. Una gigantesca manifestación desfiló por la ciudad, bajo una lluvia inclemente, para protestar contra la política económica del Gobierno conservador. La protesta fue organizada por los mineros para oponerse al desmantelamiento de la industria del carbón, pero acabó siendo mucho más. Entre 150.000 y 200.000 personas clamaban contra el desempleo y la recesión ante la simpatía, y a veces el aplauso, de la ciudadanía londinense. La de ayer fue la mayor concentración registrada en las calles de Londres desde hace una década.

La manifestación contó con la presencia de John Smith, el líder de la oposición; Paddy Ashdown, líder de los liberales demócratas; Norman Willis, líder del Congreso de Sindicatos. El líder de los mineros, Arthur Scargill, afirmó que el objetivo final era "derribar al Gobierno conservador" de John Major.El de ayer fue, en Londres, el día de climatología más inhóspita en lo que va de otoño. Pero ni la lluvia, ni el viento ni el frío desanimaron a decenas de miles de manifestantes que, procedentes de todos los rincones del Reino Unido, marcharon por el centro de la capital en circunstancias casi heroicas. Desde Embankment, junto al Támesis, la multitud desfiló por Trafalgar Square y Piccadilly hasta Hyde Park, precedidos por las tradicionales orquestinas mineras. Había matrimonios con sus hijos, jóvenes parejas, mineros con casco, funcionarios trajeados, toda una sociedad empapada que aprovechó el conflicto del carbón para expresar su alarma ante el crecimiento del desempleo y el deterioro de la economía.

En la gran superficie de Hyde Park, los manifestantes se congregaron en torno a un pequeno estrado. El líder de la Unión Nacional de Mineros (UNM), el radical Arthur Scargill, prometió a la audiencia que la oposición al plan de cierre de las minas, ya sometido a una moratoria tras las primeras protestas, seguiría adelante "hasta derribar al Gobierno conservador". Scargill definió la manifestación como "la más pura muestra de poder popular" y aseguró que se trataba de "el principio de un proceso que sólo puede acabar de una forma: con la caída de un Gobierno que ha perdido toda sucredibilidad".

"Quiero manifestaciones como esta en cada pueblo del Reino Unido", dijo Scargill. Los mineros "no somos datos en unordenador, sino seres humanos con derecho a trabajar", agregó el dirigente de la UNM.

Habló luego el líder del Parti do Liberal Demócrata, Paddy Ashdown, para quien la manifestación constituía "el inicio de una gran campaña para restaurar la democracia en el Reino Unido". Ashdown señaló que no sólo la minería, sino toda la in dustria británica, corría "peligro de desaparecer" bajo el mandato de John Major.

Prudencia laborista

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El orador más prudente fue el líder de la oposición laborista, John Smith. Con unas frase poco comprometidas, Smith instó a Major a que protegiera "los intereses nacionales, y que empiece de una vez a actuar como un primer ministro". "Major, baja a los pozos que quieres ce rrar y mira la moderna maquinaria, la enorme inversión, la maestría de los mineros que se echarán a perder si se mantiene la decisión de cerrar la industria del carbón", dijo el líder laborista.

John Smith fue consecuente con su estrategia política. El Partido Laborista evita cuidadosamente un enfrentamiento frontal con el Gobierno conservador, cuya consecuencia podría ser un cierre de filas de los tories en torno a su primer ministro. Smith no hace otra cosa que echar leña al fuego, arengar al público en contra de Major y azuzar las divergencias internas de los conservadores. Pero en ningún momento ha pedido la dimisión de John Major, ni mucho menos se ha propuesto a sí mismo como alternativa.

El líder laborista, un abogado escocés incómodo ante los movimientos de masas, cree que el descontento popular no es por ahora sino un factor complementarlo a la división de los conservadores ante Maastricht. Es la votación sobre Maastricht la que podría derribar a John Major, no las manifestaciones. Una administración conservadora que acaba de ganar unas elecciones y dispone de más de cuatro años hasta las próximas no cae por marchas o huelgas.

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