Confianza y agradecimiento

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Aun a riesgo de ir contra los tiempos y pese a estar toda mi familia sumida en la más absoluta tristeza, quiero escribir una carta de confianza y agradecimiento.Soy uno de los familiares de las 30 víctimas españolas del accidente aéreo sufrido en Nepal por una avión de la PIA el pasado 28 de septiembre. Acabamos de regresar de ese país en un viaje lógicamente duro y cargado de emotividad.

Con independencia de las causas, responsabilidades y demás circunstancias que han rodeado tanto el accidente como la dificultosa identificación de las víctimas, quiero agradecer a un grupo de personas su actitud durante esta difícil semana en Katmandú.

A Alicia Tova, María del Carmen Ibarguren y Manuel Travesí, enviados por la compañía de seguros y la agencia de viajes, que con tantas dosis de afecto y

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consideración como eficacia y profesionalidad nos han acompañado. A Paloma Verdegay, una española que se quedó a vivir en Nepal y que domina dos curiosas actividades: enseñar español a los nepalíes y echar una mano a la gente con absoluto desinterés y dedicación. Gracias por lo segundo, Paloma. A Juan, Manuel López-Nadal, José María Rodríguez Coso y Carmen Moreno Raimundo, diplomáticos españoles desplazados desde la India y Pakistán, que están cumpliendo con su obligación, lo que no es poco. A José María Ulrich, embajador de España en Pakistán, por esas dos noches en vela de la escala en Karachi.Supongo que es cierto que en las situaciones del tipo del viaje que hemos realizado es cuando se manifiestan de manera más evidente las grandezas y las miserias de la naturaleza humana. A mí, recordando esta semana pasada en Nepal, y sobre todo a José María Brihuega y Maite Elías, mis dos familiares y amigos entrañables fallecidos, no me apetece pensar en nada más que en las primeras.