Dos cazas del Ejercito del Aire se estrellan al norte de París tras chocar en pleno vuelo
Dos cazas Mirage F-1 españoles se estrellaron a las 12.15 de ayer en la región francesa de La Somme, al norte de París, tras colisionar en vuelo, mientras se dirigían a la base aérea de Florennes (Bélgica). El piloto de uno de los reactores, el comandante José Miguel López Merino, natural de Burgos, de 38 años, perdió la vida en el accidente, mientras que el del otro avión, el capitán Julio de Vargas Vidal, natural de Sevilla, saltó en paracaídas y sufrió heridas leves. Según el Ministerio de Defensa, los aviones "se precipitaron contra el suelo por causas todavía desconocidas".
Los primeros indicios apuntan a que el accidente se debió a un fallo humano, ya que el roce entre los aviones no se hubiera producido de respetarse la distancia mínima de seguridad para este tipo de vuelos. Fuentes del Ministerio de Defensa se remitieron a los resultados del informe de una comisión investigadora -que ayer mismo se desplazó al lugar del siniestro- para precisar las causas del accidente.En el momento de la colisión, los F-1 volaban a 30.000 pies de altura (unos 10.000 metros) y habían pedido permiso para iniciar la maniobra de aproximación, por lo que se internaron en una zona de nubes bajas. La navegación se realizaba siguiendo las normas del vuelo visual, aunque las condiciones de visibilidad no eran muy favorables.
Los dos F-1 siniestrados formaban parte de un grupo de cuatro que habían salido a las 10.45 de la mañana de la base aérea de Los Llanos (Albacete) con destino a Florennes, donde iban a desplegarse hasta el próximo día 30 dentro de un programa de intercambio de escuadrones con la Fuerza Aérea belga. Los otros dos F-1, que volaban inmediatamente detrás de los implicados en la colisión, aterrizaron en la base aérea francesa de Cambral.
Los aviones volaban en formación y, además de su carga habitual de combustible (4.200 litros), llevaban un depósito suplementario con 1.200 litros más. La prefectura local de La Somme, en Amiens, fue la primera en anunciar que dos aviones españoles habían colisionado en vuelo entre las localidades de Chuignes y Dompierre, informa desde París . Las autoridades locales establecieron un perímetro de seguridad donde cayeron los aviones, cerca de la aldea de Fontaine-les-Cappy, a 10 kilómetros al oeste de Peronne.
Dos pilotos expertos
El capitán Julio de Vargas, que consiguió eyectarse en paracaídas antes de que el avión se precipitara al suelo, fue atendido el hospital regional de Amiens de contusiones leves. A primera hora de la tarde equipos de rescate franceses localizaron los restos del comandante José Miguel López Merino, cuyo aparato se incendió tras la colisión.
El capitán, según la nota del Ministerio de Defensa, tiene más de 1. 100 horas de vuelo, 150 en F-1; mientras que el comandante fallecido, que deja esposa y tres hijos, tenía 2.260 horas de vuelo, 390 de las cuales a bordo de aviones F-1.
Un portavoz oficial de la OTAN expresó ayer en Bruselas su condolencia por el siniestro.
Éste es el primer accidente que sufren aviones militares españoles fuera de territorio nacional, si se exceptúa el que se produjo en enero de 1987 un Aviocar del Ejército del Aire, tras despegar del aeropuerto de Bata (Guinea Ecuatorial), en el que murieron 22 personas.
Los dos aviones siniestrados, forman parte del Ala 22 del. Ejército del Aire, con base en Los Llanos (Albacete), que: acaba de desplegar un escuadrón con 12 aparatos a la base, de Manises (Valencia).
El Mirage F-1 tiene un amplio historial de accidentes en vuelo. A comienzos de los 70, España compró 72 aparatos a la compañía francesa Dassault. El Ejército del Aire ha perdido al menos una veintena de estos cazas. Ya en el momento de la recepción de los aviones se detectaron indicios de corrosión en las toberas.
El pasado 20 de julio un Mirage F-1 se precipitó al suelo cuando iniciaba la maniobra de aterrizaje en la pista de la base aérea de Los Llanos (Albacete). Los Mirage F-1 tienen un solo motor, lo cual les hace más vulnerables a este tipo de accidentes. Estos cazas desplegados en Los Llanos y Gando (Gran Canaria) constituían la espina dorsal de la Fuerza Aérea española, hasta la adquisición en 1984 de Ios F-18 norteamericanos.
Estaba previsto que estos aparatos fueran sustituidos a finales de los 90 por el nuevo avión de combate europeo (EFA), aunque la incertidumbre de este proyecto, cuyas inversiones han sido paralizadas, puede alargar la vida de los F-1.
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