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Misterios de Sarajevo

El pan se acaba y Yuka, el guerrillero, se rebela

ENVIADO ESPECIALEntre los numerosos misterios que recorrían ayer Sarajevo, dos dominaban la atención pública: Uno era el paradero del carismático comandante guerrillero de 29 años, Yussuf Prazina, alias Yuka. El otro se centraba sobre una cuestión mas apremiante, pero igualmente incierta: ¿Cuando se interrumpirá la producción del pan para los 380.000 residentes de la asediada capital bosnia que desde hace seis meses soportan estoicamente la falta de agua, alimentos y electricidad?

Por si toda la tragedia de esta ciudad no fuera suficiente para probar a sus pobladores, ayer las ruinas de Sarajevo volvían a temblar, pero esta vez no bajo las bombas sino agitadas por un terremoto de fuerza media que no parecía haber causado mayores daños perceptibles en medio de la devastación. "Con todo lo que está pasando, esto casi resulta cómico", dijo un ciudadano de Sarajevo.

Ambas incógnitas tienen algo que ver entre sí, porque en los últimos días se tejen las más dispares hipótesis acerca de las realidades políticas y físicas para que Sarajevo sobreviva al sitio de los serbios. En la capital bosnia ayer sólo se hablaba de dos cosas: Yuka y el pan.

Sin duda la noticia local más grave fue la revelación oficial de que entre las víctimas del feroz bombardeo serbio del domingo se halla el molino de la panadería principal de Sarajevo. Si los cálculos oficiales son veraces, entre hoy y mañana el pan se incorporará a la larga lista de bienes casi inalcanzables.

Entre ruinas

El vetusto complejo molinero que todavía lleva retratos del Mariscal Tito está parcialmente paralizado. Su director, Minko Meskovic, mostraba ayer a un grupo de periodistas la octava planta de la fábrica de pan, donde el domingo tres obuses destruyeron su centro neurálgico, la sala de control. Caminando entre las ruinas de maquinaria eléctrica, hierros y tubos calcinados, narra los estragos sufridos el domingo. "Este era el corazón de la panadería de Sarajevo". Según Meskovic, Sarajevo necesita al menos setenta toneladas de harina diarias para producir suficiente pan para una población asediada que desde hace meses vive esencialmente de pan y arroz. Las Naciones Unidas se comprometieron ayer a asegurarse de que la ciudad reciba esa cantidad, pero como siempre, los anuncios de la ONU no generan mucho entusiasmo aquí.

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"Ya hay casos de gente que se está muriendo de hambre", dice Meskovic en un afán innecesario para darle un nuevo toque dramático a la situación de por sí desesperada de Sarajevo.

En la angustia de Sarajevo es difícil creer lo que se escucha, por más insistente sea el argumento. Incluso cuando se trata de Yuca, uno de los exponentes populares más controvertidos que simboliza la defensa de la ciudad asediada.

Yuca desapareció hace un mes y en la última entrevista que concedió a corresponsales de dos medios españoles denunció la existencia de un compló para eliminarlo. Su reaparición la noche del sábado causó revuelo. Para sus cuadros de las Fuerzas Especiales, los Lobos Negros, fue un motivo de sonora celebración. El sólo hecho de que su voz volviera a sonar en la radio alentando a las fuerzas que defienden el estratégico frente sur fue una arenga que no complació al alto mando militar, liderado por Safer Halilovic, el hombre a quien Yuca había acusado de tramar un golpe de Estado para impedir la rotación presidencial que en teoría debe colocar en la presidencia a un político croata el próximo mes.

En este confuso panorama político, la noticia de que Yuca había sido arrestado porque había denunciado el pusilánime aparato militar bosnio, tuvo el efecto de un terremoto. Horas después, sus lugartenientes se apresuraron a decir que todo fue producto de "un malentendido" y que Yuca está libre. Nadie lo ha visto, pero el afán oficial de minimizar el incidente es más que evidente. El Ejército bosnio sabe que va a tener que pactar con Yuca.

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