La armonía del caos

( ... ) Los desordenados incorregibles del mundo gozan ahora de un respaldo trascendental: según las investigaciones científicas más recientes, son mejor organizados y en el fondo más ordenados que los meticulosos, con sus asépticos escritorios. A esta conclusión, conocida desde hace tiempo, ha llegado el ergónomo británico Mark Landsdale al estudiar el trabajo de oficinistas caóticos. Son mariscales en el campo de batalla que crean a su alrededor, con una soberana visión de conjunto y una estrategia de persecución tan impactante, que el científico ha empezado a convertir en la base de un programa informático el revolver y reencontrar de los anárquicos. Pese a un desorden casi pandemónico con valores extremos en la escala del barullo, los caóticos de Landsdale solían encontrar todo lo que se les pedía. Lo que es más sorprendente: cuando los anarcómanos tenían que localizar varios papeles distintos relacionados entre sí, los resultados de su búsqueda eran más completos y más rápidos que los de los archivos bípedos con sus superalfabetizadas carpetas y clasificadores. ( ... ) Un caótico célebre fue Einstein, cuyos inútiles intentos por mantener en orden, su mesa fueron la mejor confirmación de la termodinámica. Su postulado fundamental es que la base de todo orden es el caos, y que todo orden es el primer paso, hacia un nuevo caos. Los anarcómanos confesos ven aquí la ley natural que confirma lo absurdo del empeño de ordenar. (.. .) 12 de octubre