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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Clinton se consolida

SE ESPERABA quizá demasiado del debate televisivo que tuvo lugar en la noche del domingo al lunes entre los tres candidatos a la presidencia de Estados Unidos. En él aparecieron un Bush cada vez menos seguro de sus posibilidades y que recurre a procedimientos poco limpios para desprestigiar a su rival; un Clinton confiado, con una venta a en los sondeos que oscila entre 10 y 18 puntos, que consolida su imagen como representante del cambio anhelado por la población, y un Perot que, en su retorno tardío a la batalla electoral, carece del empuje que había caracterizado su campaña inicial. Si la televisión sirve sobre todo para dar fe de la personalidad de los candidatos -y menos de sus respectivos programas-, Clinton logró ser un presidente, posible frente, a un presidente cansado; mientras Perot parecía casi un espectador, no un candidato.Bush se está concentrando en una campaña negativa, es decir, enfilada principalmente a desprestigiar a su contrario, sacando a relucir para ello su actitud como estudiante contra la guerra de Vietnam. Al plantear ese terna en el debate televisivo cometió un grave. error. Incluso el ultrapatriota Perot le dejó en mal lugar, al decir que los errores de un joven no pueden compararse con los que ha cometido Bush como presidente. Clinton tuvo una respuesta brillante: recordó cómo el senador Prescott Bush (padre del actual presidente) se opuso al macarthismo, y, dirigiéndose a su contrincante, le dijo que su padre había tenido razón, pero que él estaba en un error al acusarle de carecer de patriotismo. Bush tuvo que recoger velas y dijo que "no quería poner en duda el patriotismo de Clinton", con lo cual no hizo sino reconocer el fracaso de una maniobra poco limpia. Hasta ahora, ningún intento de deshacer a Clinton con temas personales ha sido eficaz.

El problema número uno de la campaña, el económico, es para Bush su talón de Aquiles. Todos sus cálculos se basaban en que, una recuperación de la economía en el verano de 1992 crease un clima favorable para su reelección. Nada de eso ha ocurrido. El 70% de la población se siente dañada por la marcha, de la economía. En tal coyuntura, Bush está obligado a defender su gestión; pero sus esfuerzos por demostrar que las cosas no van tan mal como se dice chocan con lo que piensa la mayor parte de los norteamericanos. En cambio, para Clinton la tarea es más fácil: sin presentar un programa completo -y la organización del debate televisivo, con intervenciones muy cortas, no lo permitía-, supo dar la impresión de que estaba resuelto a tomar medidas para mejorar los tres puntos que más angustian a la gente: el paro, la enseñanza, la sanidad.

En España y en Europa hay un interés especial por la actitud de los candidatos ante los problemas de política exterior. Un terreno en el que la ventaja de Bush es evidente, gracias a su experiencia de muchos años, frente a un Clinton que es un verdadero novato, aunque piensa rodearse de personalidades de reconocida capacidad en estas cuestiones. La línea del candidato demócrata es aceptar la continuidad de lo que EE UU ha hecho hasta ahora, pero introduciendo cambios que permitan defender mejor los intereses del país. En el debate televisivo se manifestó por mantener en Europa tropas de EE UU, pero agregó que su número podría ser reducido sin disminuir su eficacia. Aceptó asimismo la política de conservar buenas relaciones con China y de ayudarle en el plano Comercial, pero agregó que esa política debería ser utilizada para presionar con más energía en defensa del respeto de los derechos humanos.

En resumen, esta primera confrontación cara. a cara de los candidatos no ha aportado novedades sensacionales: ha reforzado la tendencia, que ya se mantiene desde hace meses, de una ventaja de Clinton. Pero la campaña está en plena marcha: aún deben tener lugar otros dos debates ante las cámaras.

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