Juan Pablo II dice que no basta con "compartir la suerte de los desheredados"
El papa Juan Pablo II pidió ayer a los sacerdotes y religiosas de América Latina que no se dejen deslumbrar con la idea de que todo queda resuelto con la denuncia de los males que obstaculizan el desarrollo social de este continente. Según el Pontífice, ni tan siquiera es suficiente la noble voluntad de compartir la suerte de los desheredados".El verdadero amor a los pobres, según sus palabras, está también en la formación de profesionales y dirigentes con sólidas convicciones y actitudes cristianas. Las palabras del Papa formaban parte de su primera homilía en Santo Domingo donde ayer, segundo día de su estancia en la isla, se reunió para celebrar la eucaristía exclusivamente con los sacerdotes y religiosas de este país, a los que se unieron la mayoría de los participantes de la IV Conferencia Episcopal Latinoamericana que se inaugura mañana en el país centroamericano.
La misa se celebró en la catedral primada de América, cuyas reducidas proporciones impidió que este acto religioso fuera más abierto a los fieles. Practicamente fue la única actividad pública del Papa ayer en la República Dominicana, a excepción de la visita que por la mañana le rindió al presidente de este país, Joaquín Balaguer, que se convirtió en un encuento a solas entre los dos jefes de Estado. Los médicos del Pontífice le han aconsejado que se tome con sosiego el programa previsto. Así, el Papa dedicó el resto del día a reuniones de trabajo con su séquito y con los obispos dominicanos.
La homilía de la catedral dejó entrever que el papa ha venido a Santo Domingo no sólo a conmemorar eucarísticamente estos cinco siglos de evangelización sino a dejar clara cual es la línea -tradicional y de obediencia a Roma- que la Iglesia de este continente debe de seguir en el futuro. En ese sentido cabe destacar las diferentes referencias que, en esta exhortación de la catedral, Juan Pablo II hizo a "la integridad, a la tradición y al magisterio de la Iglesia".
"Sacerdotes íntegros"
"La Iglesia os pide que seais sacerdotes íntegros", dijo en un momento. "No os consideréis maestros al margen de Cristo, sino testigos y servidores", prosiguió. "Vuestra predicación debe inspirarse siempre en la palabra de Dios, transmitida por la tradición y propuesta autorizadamente por el Magisterio de la Iglesia. Sed fieles también en vuestro ministerio por santificar", añadió.El Papa respondía así veladamente a esa otra forma de entender el Evangelio que se inspira en la Teología de la Liberación, cuyos propagadores, un 23% de la Iglesia de este continente, están en el punto de mira del Vaticano y de una gran parte de los obispos continentales, que la consideran un marxismo enmascarado y propugnan su desactivación.
Esta división de la Iglesia en América Latina, entre los que se aferran a la línea tradicional y los que fomentan la opción preferencial por los pobres, ha provocado que estos últimos sean tildados por la jerarquía conservadora de ejercer un magisterio paralelo y desviarse de la tradición, pese a que la Teología de la Liberación se integró en el patrimonio de la Iglesia Católica a raíz de los conferencias episcopales de Medellín (1978) y Puebla (1979).
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