El cálculo de los muertos del accidente de Amsterdam es una tarea imposible
"Lo hemos perdido todo y ahora dicen que sin seguro no tendremos derecho a una indemnización. ¿Hay que incendiar todo esto para que nos hagan caso?", se lamentaba ayer, entre lágrimas, un joven surinamés en el centro creado para acoger a los afectados por la caída, el pasado domingo, de un, Boeing 747 israelí de transporte sobre sus hogares. Las autoridades confiesan que el cálculo del total de muertos resultará una tarea imposible por la existencia de gran número de inmigrantes ilegales en el barrio de Bijlmermeer de Amsterdam, por las visitas de familiares en una trágica tarde de domingo y por las dificultades en las tareas de rescate.
Un periodista de la televisión holandesa trató de calmar al joven surinamés diciendo que habrá dinero y casas para todos. "Palabras. Yo no espero nada", terció Maxwell Amakay, un cocinero de Ghana, algo más afortunado ya que ha podido recuperar ropa y algunos objetos. Otros refugiados entraban y salían del local con la cabeza baja y en silencio. A unos pocos metros de allí tres grúas, bomberos y expertos en reconocimiento de cadáveres seguían buscando cuerpos entre los edificios destrozados. Una veintena han sido ya recuperados, pero hasta el Ayuntamiento de Amsterdam reconoce que será imposible averiguar la cifra real de muertos.En el barrio de Bijlmermeer viven muchos residentes ilegales y las autoridades lo saben. El consistorio y la policía los llaman ahora para confeccionar una lista de afectados algo más próxima a la realidad. Entretanto, la radio emite mensajes en inglés y papiamento, la lengua de Surinam, ex colonia holandesa en América. Por ahora todo en vano. La policía reconoce que tienen miedo y no acudirán.
El Ministerio del Interior ha asegurado que no procesará o expulsará a nadie, "pero no se lo creen, claro". "Algunos consiguen vivir varios años así y prefieren seguir ocultos. Es un barrio muy problemático", sostiene un taxista holandés, joven y blanco. "Un 60% de mis colegas se niega a aceptar carreras por la noche en esta dirección. Si lo hacen no entran para nada en el corazón del barrio", concluye.
"Yo me encontraba en la cocina y la onda expansiva me lanzó contra la pared", dice Rose Mary Mensah, una joven ghanesa embarazada. "No nos pasó nada, pero mi marido y yo lo hemos perdido todo. ¡Con lo que nos había costado preparar la habitación del niño! Ahora estamos en la calle", añade. Entre las víctimas mortales puede haber también varias decenas de personas de origen turco y paquistaní. El número de fallecidos procedentes de Ghana, Surinam y antiguas Antillas holandesas será, de todos modos, mayor.
Panorama desolador
Llueve y el fuerte viento ha, convertido la zona en un barrizal. La policía ha acordonado el lugar y sólo se puede acceder por turnos y acompañado por un agente. Los vecinos tienen prioridad. Una vez pasado el control el panorama es desolador. Árboles arrancados y quemados, un intenso olor a humo y numerosos edificios chamuscados. Cuatro expertos en identificación transportan en silencio un bulto envuelto en una bolsa dé rayas azules. Pasan casi desapercibidos y siguen su camino hacia el aeropuerto de Schiphol. Un hangar ha sido instalado allí para las verificaciones finales.Camino de los edificios destrozados hay trozos de carcasa del Boeing 747 de El-Al. Permanecen allí desde e 1 pasado domingo. "No los tocan para poder reconstruir los hechos", dice Wim Schouten, el policía que nos acompaña. Todos los bloques rodean un parque verde lleno de árboles cruzado por un canal y, una línea elevada de metro. El barrio está por debajo de la autopista y compone una auténtica ciudad dormitorio. Junto al boquete abierto queda todavía ropa tendida. Los supervivientes tuvieron que salir corriendo.
El canal que discurre frente al lugar del accidente ha sido drenado en busca de cadáveres y de la caja negra, aún perdida. El fondo está sucio, lleno de bicicletas viejas y carros de supermercado y con signos claros de contaminación. Por encima y a más de 30 metros del suelo se balancean las cabinas colgantes de las grúas instaladas pata demoler los edificios. Una cocina y un dormitorio lleno de ropa esperan su turno para desaparecer entre los escombros. El trabajo se hace a mano y parece peligroso, pero los bomberos aseguran que todo está controlado.
Centro de crisis
María Liberia Peters, primera ministra antillana, llegó ayer a Holanda y visitó el centro de refugiados. Ronald Venetiaan, su homólogo surinamés, ha dispuesto un centro de crisis en América para atender a los familiares de los afectados que viven allí. En Amsterdam, el Parlamento retrasó ayer una semana la discusión sobre los presupuestos generales del Estado. Las dos Cámaras recordaron a los muertos y las banderas ondearon a media asta en la ciudad. Entretanto, el viento seguía soplando en Bijlmermeer y casi nadie se atrevía a pronunciarse sobre el futuro.Por otra parte, la compañía aseguradora Lloyd de Londres y sus subsidiarias tendrán que indemnizar con unos 200 millones de dólares (más de 20.000 millones de pesetas) a las víctimas del accidente de Amsterdam, según fuentes de las líneas aéreas israelíes citadas por la agencia Efe. Las aseguradoras tendrán que pagar todos los daños causados por la caída en el bloque de apartamentos, principalmente a los familiares de los fallecidos y a los heridos, así como el coste del avión valorado entre 60 y 65 mi llones de dólares.
El subjefe de operaciones de la compañía El-Al, Amos Ofir, declaró ayer a la radio estatal israelí que el avión despegó del aeropuerto de Schipol en "perfectas condiciones" con destino a Tel Aviv. Expertos aeronáuticos israelíes no descartan la posibilidad de que el incendio en los motores lo hubieran causado pájaros en vuelo que fueron absorbidos por las turbinas.
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