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Mozambique encarga a las Naciones Unidas el control del proceso democrático

El Acuerdo General de Paz para Mozambique, firmado el domingo en Roma por el presidente Joaquim Chissano y el líder del grupo guerrillero Renamo, Afonso Dhlakama, fue entregado al vicesecretario general de las Naciones Unidas, James Jonah, conjuntamente con una carta del jefe de Estado africano en la que se pide a la ONU que se encargue de todas las operaciones relacionadas con la ejecución y el control del alto el fuego y del proceso de transición hasta las elecciones, que deberán realizarse dentro de un año. El jefe guerrillero fue recibido ayer por el Papa, quien aseguró que el respeto de los derechos humanos es vital para la paz en Mozambique.

Las dramáticas negociaciones que tuvieron lugar en la capital italiana en los últimos días pusieron en evidencia la fragilidad del acuerdo de paz alcanzado, que debe poner punto final a 16 años de lucha armada de la Resistencia, Nacional Mozambiqueña (Renamo) contra el Gobierno de Maputo.En agosto, el Gobierno y la guerrilla se habían comprometido a encontrarse de nuevo en Roma, el día 1 de octubre para firmar la "paz definitiva", pero hasta el último momento, o sea, horas antes de la ceremonia que acabó por celebrarse el domingo al mediodía en el Ministerio italiano de Exteriores, las dos delegaciones mozambiqueñas no habían ratificado el conjunto de documentos -siete protocolos y varias declaraciones conjuntas-, resultado de más de dos años de laboriosas negociaciones.

La mediación oficial, presidida por los representantes del Gobierno italiano y formada por miembros del episcopado católico mozambiqueño y de la comunidad católica romana de San Egidio, fue aparentemente incapaz de vencer las últimas dificultades planteadas por la Renamo, que quería conservar hasta las elecciones la administración exclusiva de los llamados territorios liberados, y que según ella representan actualmente más del 85% del territorio nacional de Mozambique.

Escalada militar

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Las noticias llegadas de Mozambique revelaban una dramática escalada de la situación militar con rebeliones entre las tropas gubernamentales y entre los mandos de la guerrilla.

Se temía en Roma la repetición del caso de Somalia cuando la capital, Mogadiscio, cayó en manos de los rebeldes, mientras representantes del Gobierno y de la oposición estaban negociando un acuerdo de paz en Londres.

Para desbloquear la situación y conseguir el acuerdo entre los dos dirigentes mozambiqueños, se desplazaron a Roma los representantes de todos los países vecinos de Mozambique: Malaui, Botsuana, Kenia, África del Sur, y el presidente de Zimbabue, Robert Mugabe. En la última fase estuvo también presente el subsecretario estadounidense para asuntos africanos, Hermann Cohen.

El acuerdo firmado el domingo entrará en vigor tras su ratificación por la Asamblea Nacional de Mozambique, pero el alto el fuego sólo podrá empezar a funcionar sobre el terreno después del nombramiento por el secretario general de la ONU, Butros Gali, del presidente de la comisión político-militar que deberá dirigir todo el proceso. En efecto, a diferencia de lo que aconteció en Angola, todo el proceso de paz tendrá que ser tutelado por la comunidad internacional exactamente como ocurrió en el caso de Namibia.

Tendrán que ser nombrados los países africanos y europeos que participarán directamente en las operaciones. Está previsto el envío de efectivos militares altamente cualificados. África del Sur, a través de su ministro de Exteriores, Pik Botha, ya se comprometió a facilitar tropas para ayudar a restablecer la paz en Mozambique.

Desmovilización

La desmovilización de las tropas gubernamentales y de la guerrilla deberá iniciarse después de la entrada en vigor del alto el fuego, que deberá ser progresiva. En la primera fase, de 60 días, se prevé la desmovilización del 20% de los efectivos, y el proceso deberá concluir antes de las elecciones generales a celebrar en el plazo de un año. El nuevo Ejército, con un total de 26.000 hombres, estará integrado al 50% por elementos del antiguo Ejército gubernamental y de la guerrilla.

El Gobierno de Maputo aceptó que las autoridades tradicionales y jefes rivales que administran actualmente las zonas bajo control de la guerrilla sigan ejerciendo la administración conjuntamente con los observadores de la ONU a cambio del reconocimiento por la guerrilla de la unidad del país.

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