Beatlemanía
Beatles significa escarabajos. Los Beatles eran cuatro muchachos de Liverpool, en la costa noroccidental de Inglaterra, que se hicieron mundialmente famosos como grupo de música pop. En su nombre de grupo combinaron ciertos juegos de palabras. Beatle hacía referencia al fuerte acento beat de sus canciones, un ictus rítmico que terminó perdiendo importancia frente al contenido melódico; llevaba, además, un eco del topónimo Bootle, un distrito de la ciudad de Liverpool con el que tenían cierta relación. Dado que beatles se pronuncia igual que beetles, había una cierta autodenigración intencionada en su nombre: aquí nos tienen, simples insectos, dispuestos a que nos aplasten con el pie. Este humor tan masoquista resulta típicamente británico. Cuando se les oyó por primera vez, hubo muchos críticos dispuestos a servirse del nombre como instrumento de condena ideado para tal fin. Pero la adulación popular, especialmente entre los jóvenes, no tardó en lograr que los críticos vieran talento, originalidad y melodiosidad donde antes no habían oído más que vulgaridad.
Pelo largo, pero no salvaje
El talento musical era considerable aunque aún estaba sin encauzar. Los cuatro muchachos compartían un historial académico, si es que se le puede llamar así, que nada tenía que ver con la música. Eran antiguos alumnos del College of Art de Liverpool, que destacaba sobre todo por los gustos en el vestir de sus estudiantes. Los Beatles llevaban el pelo largo pero no salvaje; el corte estaba cuidadosamente esculpido. Su ropa era pulcra y comedida y las chaquetas no llevaban solapas. Los Beatles nunca tuvieron el aspecto de caballeros del establishment británico pero no proclamaban anarquía alguna.Fue hace sólo 30 años cuando los Beatles comenzaron a destacar. Fue hace sólo 25 años cuando se lanzó su álbum más popular, Sergeant Peppers Lonely Hearts Club Band. Ese título resulta absurdo o engañoso, dependiendo del gusto de cada cual. Un Club de Corazones Solitarios es, según cabe suponer, un grupo de gente solitaria que busca amor y compañía. Es poco probable que alguien así forme un grupo musical agresivo al mando de un irascible sargento militar (pepper es pimienta). El diseño de la carpeta revela los orígenes de los Beatles como estudiantes de arte comercial, y también una cierta presunción, un intento de que se les acepte intelectualmente, porque contiene retratos de grandes pintores, escritores y músicos del pasado. En los temas del álbum también se aprecia una nota de presunción. Ringo Starr, el batería, tenía una extensión de la voz de unas cinco notas., que empleó en Yellow submarine. La canción resulta infantil, y fue muy cantada por los niños, pero hubo quien consideró que el aplicar "amarillo" (yellow) a un submarino tenía ciertas connotaciones surrealistas, e incluso psicodélicas. Otro tema del álbum, Luci in the sky with diamonds, habla de una chica de ojos caleidoscópicos y de taxis hechos con papel de periódico. Esto es surrealismo auténtico y suave. Pero lo mejor de los Beatles se apreciaba en canciones como Eleanor Rigby y Shes leaving home, que hablaban de miembros de la clase obrera de Liverpool que sufrían y se sentían desconcertados. La sinceridad, una cualidad poco corriente en la, música pop, estaba bajo control y, nunca cayó en el sentimentalismo. Este álbum fue fruto de un enorme ingenio electrónico. Los Beatles se habían dado a conocer como tres muchachos que cantaban y rasgueaban (no demasiado bien) la guitarra al ritmo del acompañamiento de la percusión de Ringo Starr, que tenía un gran encanto pero no demasiado talento.
Un fenómeno de grabación
Con la ayuda de auténticos expertos del mundo de la música y de la técnica, los Beatles se convirtieron en un fenómeno de grabación. Los montajes de sus grabaciones en estudio no se podían reproducir en los escenarios ni en los platós de televisión, aunque películas como Yellow submarine, un largometraje de dibujos animados en el que unas caricaturas de los Beatles vagaban por extraños paisajes, explotaron al máximo la vena surrealista y psicodélica. Resultaban interesantes en muchos aspectos. Por lo general, se les tomaba demasiado en serio.Llegaron al alma de los norteamericanos, que exageraron su importancia. Recuerdo que una revista norteamericana de gran reputación me encargó que los presentara como los nuevos cuatro evangelistas. Charles Manson, el asesino en serie, se vio a sí mismo como el redentor del mundo y encontró la justificación en el Libro de las Revelaciones. Allí, dijo, se predecía la venida de los cuatro arcángeles. Llevarían petos de acero. Estaba claro que se trataba de los Beatles, y los petos de acero eran guitarras metálicas. En la época de los Beatles vendría el Mesías manchado de sange, y éste sería Charles Manson.
Quizá la verdadera importancia de los Beatles, y de la beatlemanía que floreció durante bastantes años, fue más sociológica que artística. Llegaron en un momento en que las provincias británicas empezaban a hacer valer sus derechos frente al dominio intolerable de la metrópoli. Durante demasiado tiempo, Londres había dictado las tendencias intelectuales, estéticas, sociales e incluso morales, y se esperaba que las provincias siguieran la pauta. La industria del entretenimiento, cuyo centro era Londres, había. estado dispuesta a explotar la inmensa mina de talento de las provincias al tiempo que la despreciaba.
En la década de los cincuenta, la subclase provinciana devolvió el golpe. La obra teatral de John Osborne Look back in anger dio comienzo al culto al joven enfadado y se asoció a la aparición de rebeldes del norte en varias obras de teatro, películas y novelas, que no estaban de acuerdo con la pretensión de Londres de erigirse en árbitro del pensamiento, los modales y la moral. Los Beatles fueron una continuación relativamente tardía de esa tendencia.
Procedían de una parte de Inglaterra -el gran puerto de Liverpool- que se había apartado de la corriente protestante en el Sureste. La reforma nunca había llegado en realidad al condado de Lancashire, cuyas ciudades principales son Manchester y Liverpool, y, en él, el catolicismo autóctono, mezclado con el de los emigrantes irlandeses, aunque se toleraba, no se fomentaba. Hasta la promulgación del Acta de la Emancipación Católica de 1829, a los católicos británicos se les había negado una educación superior, y no se les permitía poner de manifiesto un talento como el suyo en las profesiones doctas. Sólo había una profesión disponible, y era el teatro popular. Los Beatles llegaron al final de una larga tradición de cantantes, actores y, sobre todo, comediantes de Lancashire. Digo "al final" deliberadamente. No iniciaron una nueva tendencia en el mundo del entreteniento. Tras ellos llegaron los grupos de rock verdaderamente anárquicos, como los Sex Pistols, indiferentes a todo, obscenos y, sobre todo, incultos. Fueron una manifestación tardía de la agresividad de provincias, autodespreciativa, aunque irónica. Sus canciones eran cantables, como lo habían sido las canciones de los viejos teatros de variedades de provincias. Las canciones que vinieron después no son cantables en absoluto, y sus letras tienen poco sentido.
Talento de provincias
Representaban no sólo el testimonio del talento de provincias, sino también la nueva condición social de la juventud británica. La II Guerra Mundial había dejado muy claro para los ciudadanos corrientes del país que existía un profundo abismo entre los gobernantes y los gobernados, entre los habitantes de la metrópoli y los de las provincias, entre los jóvenes y los viejos. En la década de los sesenta, una época en la que, como el primer ministro Harold MacMillan señalaba continuamente, los británicos "nunca lo habían tenido tan fácil", los jóvenes tenían empleo y dinero. Se podía gastar el dinero en modas fantásticas de vestir y de diversión. La era de las minifaldas, las discotecas y el tocadiscos fue la era de los Beatles. Eran jóvenes, decentes, inconformistas, pero no anárquicos, y pusieron la letra y la música a una generación de la que ya eran los miembros de más edad. Los Beatles afirmaban que la juventud, podía tener voz si así lo deseaba, y allí estaba esa voz.La adulación, como digo, fue excesiva, y John Lennon, norteamericanizado y con residencia en Nueva York, fue la víctima paradójica de aquel exceso. Fue asesinado por un joven que aseguró que el motivo del asesinato era pura adoración. Esto parecía ejemplificar la frase de Oscar Wilde: "Todos los hombres matan lo que aman". La muerte violenta de uno de sus miembros, y quizá el de más talento, señaló el fin de los Beatles. Los miembros que sobrevivieron han creado canciones de poco mérito, y Paul McCartney se ha atrevido incluso a componer un Oratorio de Liverpool, cuya maestría técnica la aportó, en su mayor parte, Carl Davies. Los Beatles no eran músicos tan buenos como para sostener una auténtica carrera artística. Pertenecen a una época efímera y volver a oír su obra provoca nostalgia. Pero su voz fue única. Desde que fue acallada, los centros metropolitanos de la cultura no se han atrevido a ridiculizar el arte de provincias. Y Liverpool, una gran ciudad en decadencia, un puerto moribundo, ha alcanzado una dignidad cultural que probablemente jamás perderá.
Cpyright Anthony Burgess, 1992.
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