Los políticos empiezan a desmarcarse de Madrid 92 por su 'escasa trascendencia'
No ha terminado Madrid 92 y ya se empieza a hacer balance, interno y externo. Los responsables del consorcio de la Capitalidad Europea de la Cultura no admiten que se hable de fracaso, sino de "gran éxito". El listón de la ciudad en música, danza, teatro o artes plásticas se sitúa en lo más alto. Las administraciones implicadas, sin embargo, no dudan ya en desmarcarse del evento por su escasa trascendencia ciudadana e informativa. Los políticos culpan a los directivos del consorcio de la mala "comunicación" pese a los 600 millones gastados, y éstos arremeten contra los primeros: "No han apostado por el proyecto y aun habiéndolo destrozado con sus peleas será imposible que se repita su calidad hasta el año 2000".
El final del acontecimiento se acerca, pese a que quedan 90 días y más de 300 actuaciones por celebrarse, y ninguno de sus responsables mantiene ya las medias tintas. La calidad de la inmensa mayoría de los 1.800 actos programados en el Madrid 92 parece incuestionable. Algunos critican precisamente su presunto elitismo. Muy pocos se muestran satisfechos con el resultado.Los políticos lamentan que no haya calado entre los ciudadanos como reflejan las encuestas.
El Ayuntamiento ha mantenido la posición más disonante, aunque ha apoyado el proyecto con casi 2.000 millones de pesetas (los 750 millones de este año están por pagar). La Comunidad sólo ha aportado 200, más una "extensión" para otros municipios en la que gastó 2.000 millones.
El concejal de Cultura, Pedro Ortiz, ha sido la voz más crítica. Desde la Concejalía se sostiene que Madrid 92 se planteó mal; se ha gestionado peor, y que la programación ha sido muy elitista.
Fuentes municipales defienden además que el presupuesto del consorcio no ha sido de 6.000 millones de pesetas como se señala, sino de 7.000, si se cuentan los 1.000 millones gastados en tres años, desde que se fundó.
Una capitalidad irrepetible
Un portavoz del consorcio niega estas cifras y asegura que esa cantidad previa se desvió para partidas posteriores. El consorcio mantiene que su presupuesto rondará los 6.400 millones. Glasgow invirtió 6.800 millones y Berlín 5.000. El gasto de París se desconoce pero se indica que aún más camufladas pasaron sus actividades. Dublín destinó la quinta parte que Madrid. Amberes, en 1993, dedicará la mitad. Desde 1994, para racionalizar inversiones, la capitalidad durará sólo un mes.En el Ayuntamiento se cree que este dinero no se ha invertido bien y se cuestiona especialmente la partida de 2.000 millones para actuaciones musicales. Estas fuentes consideran excesivo dedicar esta cantidad a conciertos en el Auditorio Nacional, cuando sus 2.000 localidades las ocupan habitualmente las mismas personas.
El consorcio precisa que las grandes orquestas se han llevado la mitad de este presupuesto y que el resto, otros mil millones, se ha distribuido entre actuaciones de jazz, flamenco, pop o música en los barrios.
El alcalde, José María Álvarez del Manzano, no ha compartido siempre la posición beligerante de Ortiz y se ha involucrado públicamente en que: Madrid 92 no sea un fracaso, pero sí admite que se ha comunicado mal. Este defecto, señalado por todos, no lo asume nadie, y menos el consorcio, que ha dirigido unos 600 millones de pesetas a la publicación de la revista mensual La capital (350) y a publicidad. Fuentes municipales elevan esta partida a 1.000 millones y se preguntan dónde está visto el resultado.
En el consorcio se culpa de la mala comunicación a todos los partidos menos a IU: "Han sido los únicos coherentes con el proyecto y no han obstaculizado nada". Además, se cargan las tintas sobre el tratamiento informativo otorgado por los medios en general y por Telemadrid en particular.
El gerente del consorcio es Pablo López de Osaba, nombrado hace tres años a propuesta del subsecretario del Ministerio de Cultura, Manuel Garrido, cuando era alcalde Agustín Rodríguez Sahagún.
El viceconsejero de Cultura de la Comunidad, Ramón Caravaca, tiene una teoría: "Es verdad que se ha fallado a la hora de trasladar a la opinión pública un estado de opinión, pero el que tenía que comunicar era el presidente del consorcio [el alcalde de Madrid] y él no comunica". Caravaca recalca que Joaquín Leguina, el presidente regional, se ha mantenido en un segundo plano para no restar protagonismo a nadie.
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