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Entrevista:

"Norteamérica será un mercado abierto"

Serra Puche, de 41 años e hijo de refugiados españoles, ha sido el negociador por parte de México de esta nueva alianza comercial cuyo futuro depende ahora de los poderes legislativos de los tres países. Es doctor de Economía por la Universidad de Yale (EE UU) y pertenece al Gobierno de Carlos Salinas de Gortari desde su constitución en 1988. El TLC es, en su opinión, un reto y una oportunidad para México. Pero también un polo de atracción para la inversión procedente de otros continentes.Pregunta. ¿Qué gana México con el tratado comercial con EE UU Y Canadá?

Respuesta. Ante todo certidumbre y también la posibilidad de exportar con preferencia y con seguridad al mercado estadounidense y canadiense. Vamos a formar parte del mercado de libre comercio más grande del mundo, con 360 millones de consumidores y 6 billones de dólares de producción regional. Esto nos permitirá generar más empleo, crecer más rápido y elevar el nivel de vida de los mexicanos.

P. Parece que EE UU no se ha quedado muy contento al haber estado en todo momento el petróleo mexicano fuera de la negociación.

R. Fue una regla que se definió de entrada. Desde el principio quedó claro que las restricciones constitucionales en materia petrolera no iban a estar sujetas a negociación. Así se cumplió y por eso el petróleo continúa en manos del estado mexicano.

P. ¿Ha sido este acuerdo diseñado para competir con la Comunidad Europea?

R. La competencia existe de siempre. No es que nazca ahora con el TLC, Existe ya una competencia en el mundo, entre las economías y las empresas que procuran ganar mercado. Lo que ocurre con este tratado es que va a generar capacidad en las empresas establecidas en América del Norte, entre las que pueden haber empresas españolas, para alcanzar mayor competitividad, porque tendrán acceso a un mayor mercado, porque habrá una mayor movilidad de productos y porque tendremos preferencias que nos otorgamos mutuamente en el interior de la región. Es lo mismo que les ocurre a las empresas establecidas en los doce países de la Comunidad Europea. Más que nada, habrá una mayor complementación entre las dos regiones y también una mayor posibilidad de aumentar los flujos comerciales.

P. Pero, ¿no existe el riesgo de que América del Norte se encierre a si misma en este bloque?.

R. Desde algunos sectores se ha dicho que el Tratado puede convertirse en una fortaleza. Yo opino lo contrario. En primer lugar porque los tres países pertenecemos al GATT [Acuerdo General de Aranceles y Comercio], y éste autoriza a sus miembros a llevar adelante esquemas de integración de esta naturaleza, como lo permitió en el caso de la CE, siempre y cuando no se cierre hacia el resto del mundo. Es lo que dispone el artículo 24 del GATT y nosotros lo estamos cumpliendo cabalmente. Por. otro lado, en México hemos aprendido que para ser competitivos hay que estar abiertos. De hecho, nuestra apertura nacional nos ha dado competitividad. Por eso estamos convencidos de que la apertura regional, va a tener los mismos efectos. Para mayor tranquilidad, América del Norte va a ser económicamente una región abierta.

P. ¿Qué expectativas ha levantado este acuerdo en el inversor extranjero de otras regiones?

R. Precisamente ha habido un gran interés por parte de los europeos. También de Japón. Yo ya he recibido a varias delegaciones que ven que hay posibilidades importantes de inversión en México y, por lo tanto, de instalarse en el mercado de América del Norte. La reacción hasta ahora, pese a que todo es muy reciente, es bastante positiva.

Diferencial salarial

P. Por ejemplo, ¿qué ventajas tiene un empresario español?

R. Un inversor español que realiza ya operaciones en México se le considera como un empresario nacional. Va a tener las mismas ventajas y beneficios que cualquier otro colega mexicano. Pongamos por caso a un español ya instalado en México que es propietario de una fábrica textil. Su fábrica podrá producir todo lo que quiera con destino a EE UU sin el límite de cuota con que antes se enfrentaba, sin tener que pagar aranceles y con la capacidad de establecer ligas con inversionistas norteamericanos y canadienses para hacer coinversiones y modernizarse tecnológicamente. También podrá establecer mecanismos de contacto con los vendedores de menudeos de textiles, si éstas su especialidad, que le permitirá acceso a cualquier mercado individual de los EE UU.

P. ¿Y los que pretendan instalarse a partir de ahora?.

R. Lo mismo. Si mañana llega un español y decide establecerse en Guadalajara con una planta de alimentos, esos productos podrán ir a EEUU o a Cánada con las mismas ventajas y beneficios que los del empresario mexicano que está en la otra esquina o en frente de la calle produciendo lo mismo. No hay diferencias.

P. ¿No cree que EE UU lo que busca es mano de obra barata y vender sus productos con el menor costo y lo más cerca posible de su frontera?

R. Lo que seguramente busca es tener acceso al mercado mexicano, que cuenta con un gran potencial de consumidores. Pero el beneficio es mutuo. Ahora bien, hay una transición que beneficia a México ya que el mercado norteamericano, según se ha dispuesto en la negociación, se abre en un principio más que el nuestro. Sin embargo, si la intención es usar mano de obra barata no va a poder ser, por definición, algo permanente. A medida que haya mayor demanda habrá mayor productividad y, por lo tanto, un crecimiento de los salarios. Ese diferencial salarial tenderá a irse cerrando con el tiempo. Es lo que ha ocurrido y está ocurriendo con España y el resto de la Comunidad Europea.

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