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Tribuna
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Recesiones

Comprendo que somos unos manirrotos y que nuestra avaricia ha quedado manifiesta a la hora de exigir subidas salariales que ofenden a los espíritus más preclaros de nuestra economía. Igualmente estoy dispuesto a asumir que la productividad ha aumentado en aquellos sectores de trabajo improductivo, por ejemplo yo mismo, que luego no se reflejan realmente en la riqueza de las naciones. ¿Y qué decir de esa manía de comprar caviar iraní cuando tenemos a nuestra disposición caviar de mújol? Aquel que no haya celebrado la victoria contra Irak con champana y sí con cava que tire la primera piedra.¿Y qué decir de las maledicencias que han puesto en duda la honestidad de nuestros dirigentes, hasta el punto de convertirlos en reos de corrupción sin esperar a que la justicia se pronunciara, en un linchamiento de la ética real de los políticos realmente existentes que ha conducido a una flaccidez del aparato productivo (y a veces incluso del reproductivo)? ¿Quién no ha dicho más de una y aún más de tres veces: "A mí todo esto me la trae floja y aquí el que no corre vuela"? ¿Cuántos empresarios bajo la influencia de la fracción Sendero Luminoso de la patronal no han subido sueldos hasta niveles astronómicos en un claro intento de desestabilizar el capitalismo bajo la influencia del pensamiento de Mao?

Ahora bien, sentadas todas estas responsabilidades, con el corazón en la mano, si es que le cabe, bravo hijo de Tafalla, usted como pitoniso ha sido un desastre, aunque cultive con una maestría de mantenedor de juegos florales lo de nunca dije Diego, siempre dije digo. Y su jefe, vaya otro. Hasta el miércoles esto era Jauja y el jueves por la mañana esto ya es Somalia. Yo, cuando veo que las ojeras de Felipe se hinchan, pienso ¡malo! Y cuando le veo, a usted, don Carlos, en horas bajas de chulería, me temo lo peor.

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