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Rogativa por el 'templo' del curandero de Navalcarnero

A Manuel Miranda, curandero desde hace 14 años, le anunció la Virgen que debía levantar una iglesia cerca de Navalcarnero en la que sus enfermos pudieran rezar. En apenas tres meses, y sin licencia, erigió la que llama nave milagrosa, a la vera de la carretera de Extremadura. Ayer, mil personas se congregaron allí con la esperanza de curar sus dolencias. Pero el alcalde de Navalcarnero, José Luis Adell, advierte que va a derribar el templo porque ni con permiso divino se puede edificar en suelo no urbanizable.

Cuando Manuel Miranda recibió la señal sobrenatural, el pasado 2 de mayo, sus enfermos acudían a orar a la ermita de Nuestra Señora de la Poveda, en Villaelprado. Ahora, los feligreses demuestran su fe hacia el santo Custodio -un curandero que, según Miranda, le transmitió sus poderes-, con la esperanza de que obre el milagro de acabar con su dolor físico. Para completar el tratamiento, se recetan tres visitas a la finca a rezar el rosario.Sin embargo, las ordenanzas municipales prescriben que el templo -una nave industrial- es ilegal y debe ser demolido. El Ayuntamiento de Navalcarnero se niega a considerar la utilidad pública de la iglesia, alegada por el curandero para autorizar la obra.

"Cada,vez que acudo al ayuntamiento me aseguran que faltan papeles y me niegan los permisos", relata Miranda, quien va diciendo que quieren destruir su templo como si se tratara de un club de alterne o un refugio de drogadictos.

El alcalde, el socialista José Luis Adell, es tajante al aplicar la Ley del Suelo. No entra a cuestionar el fin de una obra religiosa, pero se niega a consentir edificaciones incontroladas en su municipio.

Al término del rosario de la mañana de ayer, los seguidores y entusiastas del curandero, originario de Fuenlabrada, anunciaron que iban a emprender una cruzada contra el Ayuntamiento de Navalcarnero con el fin de preservar la morada de Manuel Miranda. Sus fieles le besan porque creen que remedia sus enfermedades. Acuden hasta la finca de Navalcarnero cargados de botellas, bidones y garrafas, que llenan del agua que brota de la fuente a la que atribuyen propiedades curativas.

Entre los reunidos había murcianos, manchegos, franceses, andaluces, catalanes. Algunos relatan que han padecido dolencias incurables, como cáncer o sida, de las que han podido sanar tras visitar a Miranda y rezar tres veces el rosario. A cambio, el curandero sólo pide un donativo. "Unos dan menos y otros dan más", explica Miranda, "todo se gasta en terminar la iglesia".

A la espera de la decisión municipal, sus feligreses se preparan para impedir que la próxima semana las excavadoras entren en el templo de los milagros.

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