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Entrevista:EL FUTURO DE EUROPA

"Italia no padece del corazón, sino de tuberculosis"

El presidente de Nomisma ha estado en España para reunirse con su socio español, el Banco Bilbao Vizcaya y decidir el desarrollo de la fundación por otros países europeos. La estancia de Romano Prodi coincidió con el desenlace de la crisis económica y monetaria de Italia.Pregunta. Italia ha estado en los titulares de los periódicos todos los días desde el mes de agosto, por sus problemas económicos. ¿Cree que la situación es tan grave como para justificar un plan de emergencia como el solicitado por el primer ministro italiano?.

Respuesta. Sí. Yo creo que la situación es realmente grave y todo lo que se haga es poco para solucionar una emergencia como la actual. Lo que no entiendo es cómo lo planteó sin haberlo pactado antes, ni cómo le han negado inicialmente el apoyo los partidos políticos. Porque todo el mundo sabe que Italia necesita cambios radicales y para eso sería interesante que el Parlamento juego un papel diferente y que deje actuar al gobierno con mayor libertad. Es un problema añadido a los ya conocidos.

P. ¿Qué ha pasado en Italia? Hace pocos años, toda Europa miraba a Italia como un ejemplo de dinamismo económico y ahora parece que todo se está derrumbando...

R. En mi opinión la enfermedad que sufre Italia no es un infarto de miocardio, sino una enfermedad que le va consumiendo poco a poco. Algún tipo de tuberculosis. Hace pocos años no teníamos problemas de balanza de pagos ni de inflación. Pero la posición de la lira, que se ha venido revaluando durante años, ha causado graves problemas para los exportadores. Además, existe un problema más profundo en la estructura empresarial. Italia ha perdido la ventaja de la innovación que tuvimos durante años. A finales de los setenta y principios de los ochenta las empresas italianas realizaron un gran esfuerzo de inversión en tecnología que les situaron entre las más productivas del mundo, después de las japonesas. Fue un desarrollo fantástico, muy superior al resto de los países europeos. Pero ese proceso terminó al alcanzar el punto óptimo.

P. ¿Qué pasó después?.

R. La economía entró a finales de los ochenta en unos ritmos diferentes, que no se amoldó a los cambios en el resto de los países europeos. Aumentó el proteccionismo, mientras la lira se mantenía sobrevaluada y el sector público crecía, al igual que el nivel de la deuda pública. Eso forzó además un aumento de los impuestos que vino a endurecer más la situación. No hay que olvidar tampoco los problemas estructurales que pesan sobre la economía italiana. Si se fija en la balanza comercial, las grandes empresas industriales italianas, sobre todo el automovil y la industria pesada y química, han entrado en un déficit exportador, que han acabado con la principal fuerza de nuestra economía. La segunda debilidad es la carencia de alta tecnología, que no ha sabido reformarse después de llegar a una buena situación.

P. Ante esta situación, ¿es posible que Italia se planteee en serio un plan de convergencia como los propuestos en el Tratado de Maastricht?

R. Depende de nosotros mismos. Es solamente un problema político. Hace falta un cambio radical en los planteamientos políticos. El gasto público es un gran problema en Italia y para eso hace falta modificar muchas cosas. Si se compara el columen y la estructura del gasto público italiano con el Francia o Reino Unido, nos encontramos con dos grandes diferencias: en primer lugar las transferencias sociales y en segundo término las transferencias a la industria, tanto pública como privada.

P. Hay además un problema añadido que es el de la corrupción que ha aparecido en toda Europa y el de las mafias que operan en Italia. ¿Cómo afectan a la economía?.R. La mafia es un problema muy serio que ha afectado sobre las inversiones extranjeras en Italia y nos ha llevado a un cierto aislamiento. La inversión extranjera no ha venido a Italia, por el problema de la mafia. Sin ir más lejos, las empresas japonesas no han querido instalarse ni invertir en mi país, aunque se les haya ofrecido muy buenas condiciones. Insisto en que el problema económico italiano es estrictamente político. Y aquí volvemos a la necesidad de llevar a cabo una profunda reforma política y electoral que acabe con la situación de un gobierno que perdura demasiados años y un parlamento con 14 partidos que representan sólo a 57 millones de habitantes. Hay demasiada dispersión y poca estabilidad.

P. ¿Cómo ve el futuro de Europa en unos momentos de crisis y de turbulencia financiera?.

R. No hay que olvidar que las raices de la crisis actual de la Comunidad Europea hay que buscarla en la reunificación alemana. Europa tenía antes un equilibrio bastante estable entre Alemania, Francia y Reino Unido, con Italia siguiendo de cerca los pasos de esas economías. Hace apenas una generación, el PIB de esos tres países era similar, mientras que en el año 2.000 el PIB alemán será igual a la suma del francés y el británico. Ahora, Alemania domina Europa y no es un socio de Europa, sino el socio. Además, Alemania tiene alternativas a Europa. El marco alemán es cómo el dólar de hace treinta años. El grado de inversión alemán en los países del este de Europa es más de la mitad del total del mundo en esa zona.

P. ¿Pero es optimista respecto al futuro de la CE?.

R. Sí, pero Europa ha cambiado. Si el referéndum francés fuera negativo sería una catástrofe. Pero aunque fuera positivo, el mal ya está hecho desde el momento que se convocó un referéndum que ha dividido al país. En estos momentos, Europa ya no es bueno por definición. Ahora ya se analiza la CE desde una perspectiva diferente de intereses.

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