"El Gobierno socialista perdió la ocasión de atajar el déficit a finales de los 80"
Julio Segura ha pasado el verano entre su despacho en la Fundación Empresa Pública, rodeado de escritos sobre teoría económica, y su casa de la sierra madrileña, donde ha buscado el descanso familiar que le ha permitido su hija de apenas un año.Pregunta. España, un estado de ánimo. ¿Es ésta la España que usted esperaba?
Respuesta. Sí es el sistema político y de libertades individuales y de protección de los derechos ciudadanos que yo quería. No es el tipo de sociedad al que me imaginaba que íbamos a ir, por la desideologización que se ha producido. Pero, posiblemente, esto no es producto del sistema político nuestro, sino del conservadurismo creciente de la sociedad occidental, que ha provocado fenómenos como el renacimiento de la religión, las sectas y el papel de la familia, que son posiciones que tienden a reforzar la esfera de la privacidad en detrimento de la colectiva. En cualquier caso, si hubiese que definir el estado de ánimo diría que España ha hecho en 15 años lo que otros países europeos han hecho en 40 o 50. Ahora hay cierto grado de decepción, porque pensábamos que la democracia y la CE eran la panacea para todos los problemas.
P. Cuando habla de desideologización, ¿está dando a entender que la política del PSOE no es de izquierdas?
R. No está claro qué es ser de izquierdas, me han confundido los acontecimientos. Si se contempla el periodo completo del PSOE, es cierto que los progresos de universalización de prestaciones, servicios sociales y aumento de la cobertura del desempleo los ha hecho el PSOE y eso es típico de una evolución presupuestaria de izquierdas o socialdemócrata. Otra cuestión, que es más ambigua, es el proceso que se ha producido de desideologización.
P. ¿Nos queda mucho para alcanzar el Estado de bienestar?
R. Para alcanzar el Estado de bienestar nos queda bastante. Pero ¿de qué depende? Pues de cómo funcione un servicio público, de si el teléfono es más barato, si el suministro de energía o las carreteras son mejores... Pero hay otras cosas con la! que uno estaría más a gusto. Por ejemplo, que haya menos pobres. Que se fomente desde la izquierda que los ciudadanos tienen que mirar sólo la eficiencia privada es malo, sobre todo con las actuales tendencias desideologizadoras y el rebrote de nazismo, la insolidaridad con los emigrantes y los fenómenos de pobreza absoluta.
P. ¿Maastricht podría arreglar la crisis que se vive en Europa?
R. Está claro que no. Maastricht es un modelo de construcción europea que era factible bajo condiciones de crecimiento razonablemente aceptable de la economía internacional que permitía que se fueran cerrando los márgenes de diferencia entre los países de la CE. Pero, desde luego, si la economía mundial sigue con los niveles de crecimiento actuales, encarando un proceso de tres años más de crecimiento muy lento, está claro que no se puede lograr una reducción drástica del déficit.
P. ¿Habrá que revisarlo si Francia vota no?
R. Si Francia vota no, no hay que revisar Maastrich, sino todo. Un no de los franceses podría, no ya implicar problemas de desequilibrios financieros y monetarios mundiales, sino, con seguridad, un retroceso en el proceso de construcción europea, y se tendería a estabilizar la Comunidad sólo como una unión aduanera con algunas competencias económicas y políticas comunes pero con un presupuesto comunitario mucho más débil.
P. Usted plantea cambios en la política económica y el Gobierno plantea apretarse el cinturón ¿Cómo cree que hay que hacerlo?
R. La gran responsabilidad del Gobierno socialista es haber perdido el periodo 1988-90. Después de tres años de crisis muy dura (de 1983 a 1985) y de una etapa de crecimiento muy rápido que permitió recuperar los niveles de renta, era el momento idóneo para plantearse disciplina presupuestaria y racionalidad económica. No existía Maastricht, pero se sabía que el déficit público no podía estar desalineado de los países europeos centrales y que la inflación no podía ser indefinidamente de 2,5 o 3 puntos porcentuales por encima de la media.
P. Una de las medidas pensadas por el Gobierno es privatizar empresas para reducir el déficit público. ¿Qué opina?
R. Eso, cuando lo hace la banca, son beneficios atípicos y el Gobierno se preocupa; pero vender empresas bien gestionadas es realizar atípicos públicos. Los problemas de presupuesto están en sanidad, en el seguro de desempleo, en la articulación de las tres administraciones (locales, autonómicas y central) y en el número de funcionarios. Pero es difícil tocar esas cosas porque acarrean costes políticos.
P. ¿Tiene la derecha programa económico?
R. Tengo la sensación de que el partido conservador tiene todavía mala conciencia de serlo y se encuentra obligado a decir cosas que son insostenibles; como que Aznar diga que no sobran mineros en el carbón cuando es así en toda Europa.
P. Parece que ha cambiado el sentido histórico de la izquierda, que con un Gobierno de izquierdas se den corrupciones fomentadas por ese Gobierno no es muy normal.
R. No creo que en España haya más corrupción ahora que antes, o que en otros países. Lo malo en este país es que, cuando aparece una corrupción que puede tener implicación política, se trata de echar arena encima. A mí me parece sensato que haya luz y taquígrafos y que caiga quien caiga, pero lo malo es que no ha caído casi nadie cuando han existido te mas de corrupción comprobados.
P. ¿Qué opina de lo que pasa en Yugoslavia?.
R. Todas las cosas terribles que creíamos estúpidamente desaparecidas -que es mentira porque estaban dándose en Suramérica- han emanado de nuevo: el hitlerismo en su sentido estricto. En todo caso, demuestra la incapacidad de las instituciones supranacionales.
P. ¿Cómo ve el resurgimiento de los nacionalismos en España?
R. Creo que los temas de País Vasco y Cataluña son distintos. En el País Vasco es mucho más grave a corto plazo por la existencia de ETA. Pero la fuerza dominante es el PNV y éste no es independentista. Y no lo es a pesar del 17% de votos e , que además de independentista es una opción de lucha armada. El tema catalán parece potencialmente mucho mas conflictivo. En primer lugar, porque es una comunidad con muchos más lazos internacionales autónomos de los del País Vasco. Segundo, porque es mucho más rica económica y culturalmente, y, además, porque tiene gran tradición de autogobierno. Me parece más peligroso que Ángel Colom haya sacado el 10% que el 17% de Herri Batasuna, entre otras cosas porque ha obligado a Pujol a reformular públicamente sus posiciones en muchos temas. Pero Pujol, fundamentalmente, no es independentista, es un conservador que cree en la unidad del mercado capitalista y que sabe que tiene ventajas por pertenecer al Estado español.
P. ¿Qué hay del Julio Segura militante del PCE?
R. Una de las cosas que más me irrita personalmente es la identificación maniquea y falsa del PCE con la caída del muro del Berlín y la falta de democracia. Yo el PCE que recuerdo es el único partido que luchó contra el franquismo y la dictadura. Es verdad que había falta de democracia interna -por eso me echaron en 1981 -, aunque es un tema que es bastante común en otros partidos. Respecto a mi postura sobre temas económicos dentro del PCE, todo lo que escribí, básicamente, lo suscribo ahora. Si la pregunta es si he sido comunista o no, la verdad es que no lo sé. ¿Qué era ser comunista en el año 70? Básicamente que a uno no le gustaba la dictadura y quería hacer algo contra ella. Si ser comunista es estar en el PCE, pues sí, sin ninguna duda y sin ningún arrepentimiento.
P. Sus tesis económicas, ¿están más cerca de IU o del PSOE?
R. En lo básico, más cerca del PSOE, porque son más ortodoxos en la teoría económica. Tampoco tengo claro cuáles son las posiciones del IU, porque no me han dicho cómo reducir el déficit.
P. ¿Qué le supuso el Premio Juan Carlos de Economía?
R. Primero una satisfacción notoria, sobre todo por quiénes lo habían recibido antes. Luego, aprendí lo intolerantes que son los ricos y los poderosos en este país. Oí cosas asombrosas de lo que quería transmitir en mi discurso. Cuando dije que venía de una familia tolerante -madre republicana y padre comunista- se interpretó que yo, delante del Rey, hablaba de la República. Me consta que hubo asesores de González que se mostraron irritados porque pensaban que les retrataba en diálogos imaginarios. A los empresarios también les irritó porque creían que manifestaba posiciones muy izquierdistas, cuando era un discurso muy moderado.
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