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Reportaje:

Barroso, el compañero gaditano de Fidel

El líder cubano cede la palabra en un discurso al alcalde de Puerto Real y apadrina su boda

Un año más se celebra en la ciudad cubana de Cienfuegos el aniversario del asalto al cuartel de Moncada, el acto que dio comienzo a la revolución contra el dictador Fulgencio Batista. Ante 80.000 personas, Fidel Castro se dispone a pronunciar su tradicional discurso. Pero en esta ocasión el líder cubano no va a ser el único orador. Sorprendentemente Castro cede la palabra al español José María Barroso, alcalde de la localidad gaditana de Puerto Real."No es posible la democracia sin justicia social. El capitalismo es la negación de la democracia" dijo Barroso, al tiempo que animaba al líder cubano a continuar resistiendo en su empeño socialista. Las ovaciones llegaron a ser ensordecedoras cuando Barroso se puso a glosar algunos de los éxitos del régimen castrista, como, por ejemplo, la cobertura asistencial, de la que aseguró que no tiene parangón con la de ningún país del mundo, incluida "la España de la opulencia, de la Expo 92 y de los Juegos de Barcelona".

Es la segunda ocasión en 33 años que Castro comparte la tribuna en este discurso. La primera vez fue con el líder surafricano Nelson Mandela.

El alcalde Barroso probablemente no imaginó que acabaría compartiendo un baño de multitudes con Castro cuando desembarcó en la isla el pasado mes de agosto acompañado de su novia, María Julia Reyes Romero, prima hermana del presidente del Gobierno, Felipe González. En cualquier caso, parece que ambos han hecho buenas migas con el, comandante, tanto que Castro ha sido testigo en una ceremonia matrimonial entre el alcalde y su novia.

Barroso, hoy un político independiente tras su reciente expulsión de Izquierda Unida por su locuaz oposición a la celebración del V Centenario, vino a Cuba para donar al pueblo cubano un cargamento por valor de 400 millones de pesetas, aunque bastante sui géneris: 3.000 neumáticos usados, tres coches fúnebres, 300 contenedores de basura, alimentos y medicinas, varios autobuses, motocicletas para distribuir pan en La Habana y una imprenta para el diario comunista Granma. Además se incluyó en el donativo el Seat 600 color anaranjado de María Julia.

El 27 de agosto, a las dos de la madrugada, sólo unas horas antes de la descarga de la embarcación que traía el donativo, Fidel Castro decidió reunirse con Barroso. Durante la conversación, celebrada en el palacio de la Revolución, Castro se enteró de que el alcalde del pueblo gaditano y María Julia querían casarse, pero no podían por no estar aún divorciados formalmente. El líder cubano también se enteró del parentesco de María Julia con el presidente del Ejecutivo español.

Dos días después, en la sede de un contingente obrero de La Habana, y ante el notario Pedro Rodríguez Chacón, Castro sirvió de testigo principal para la "formalización social y moral" de su relación. Una ceremonia simbólica y sin efectos legales, con la que la pareja quería dar "un golpe a la reacción y a la hipocresía".

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