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Maastricht provoca querellas internas en las patronales y los sindicatos franceses

Maastricht divide a los empresarios y sindicalistas franceses tanto como a los políticos. Si François Perigot, presidente de la principal organización patronal, acaba de expresar, "a título personal", su apoyo al sí en el referéndum del próximo 20 de septiembre, personajes de peso como los presidentes de Peugeot-Citroén y Alcatel-Alshtom combaten con ardor el tratado de Unión Europea. En el campo sindical reina también la división. Sólo la CGT, próxima al Partido Comunista y favorable al no, parece tener una posición clara.

Hasta el pasado martes, Perigot, presidente del Centro Nacional de los Patronos Franceses (CNPF), había evitado pronunciarse sobre el referéndum del 20 de septiembre. Intentaba así evitar arrojar leña al fuego de las discordias que Maastricht provoca en su organización. En el CNPF, que agrupa a las grandes empresas francesas, el sí parece ampliamente mayoritario pero no provoca, ni mucho menos, la unanimidad. Algunas voces de peso, como las del empresario textil Julien Charlier y el ex vicepresidente del CNPF Jean-Louis Giral, afirman que Maastricht será "terriblemente perjudicial" para los intereses económicos franceses.A la vista de la fuerza que las encuestas otorgan al campo del no, Perigot tuvo que salir de su silencio y lanzarse con armas y bagajes a la batalla a favor del tratado de Unión Europea. "Maastricht es una etapa necesaria para el porvenir de Europa", declaró este hombre que había desempeñado un papel decisivo en el apoyo del empresariado francés a la idea de la libre circulación de personas, capitales y mercancías del Acta única.

Perigot describió Maastricht como el complemento indispensable" del gran mercado europeo que entrará en vigor el 1 de enero de 1993. "Europa", dijo, "necesita una autoridad política fuerte para contener a los predadores del mundo entero que querrán avalanzarse sobre su mercado único". En su opinión, una victoria del no el 20 de septiembre provocará a corto plazo una "gran incertidumbre" y un "inmediato descenso de la inversión", y a medio convertirá a Europa en "una zona de librecambio a la inglesa dominada por el marco alemán".

No obstante, Perigot subrayó que emitía opiniones "estrictamente personales" y que el CNIF no da consignas de voto a sus afiliados. Pero su defensa del sí encontró un inmediato eco favorable entre los presidentes de la empresa aseguradora UAP, la compañía aérea Air France, el grupo Matra-Hachette" la sociedad petrolera Elf Aquitaine, los bancos BNP y Crédit Lyonnais y la sociedad de alimentación BSN. Este último, Antoine Ribaud, y Pierre Bergé, presidente de Yves Saint-Laurent, son los empresarios franceses más comprometidos a favor de Maastricht.

Entre los grandes patronos franceses defensores del no brillan Jacques, Calvet, de Peugeot-Citroën, y Pierre Suard, de Alcatel Alshtom. El primero denuncia el "entreguismo" de los comisarios europeos ante Japón, y predica que la ratificación del tratado será sinónimo de "paro suplementario y descenso del, poder de compra en Francia y toda Europa". El segundo despotrica de "una Europa que quiere reglamentarlo todo".

Libertad de voto

En el universo de las pequeñas y medianas empresas, el no gana ampliamente por el momento. Lucien Rebuffel, presidente de la Confederación de Pequeñas y Medianas Empresas (CPME), se declaró la pasada semana partidario del sí, pero dijo hacerlo a "título personal" y siendo consciente de que la mayoría de sus afiliados no comparten esa actitud. El sentimiento anti-Maastricht es también muy poderoso en las cámaras de comercio y francamente masivo en las organizaciones agrícolas. Para los campesinos franceses, Maastricht se ha convertido en un "nuevo paso" en la "rendición europea ante los intereses agrícolas norteamericanos".

Las centrales sindicales también sufren las tormentas internas desencadenadas por el referendum. Salvo la Drocomunista CGT (Confederación General del Trabajo), que propone el no, todas las organizaciones de trabajadores han dado libertad de voto a sus afiliados. Para la CGT Maastricht, representa la consagración de "una Europa ultraliberal en la que Francia tendrá que inclinar la cabeza ante los intereses de las industrias anglosajonas y los financieros germanos". El cierre de numerosas empresas, un mayor incremento del paro y una permanente erosión de las conquistas sociales de los trabajadores serán, según esta central, las consecuencias de la victoria del sí.

Afirmando ser fiel a su política tradicional en consultas políticas, Force Ouvrière (FO) no da "ni directa ni indirectamente" consigna de voto a sus miembros y critica con acritud a la CGT y a la CFDT (Confederación Francesa Democrática del Trabajo), a favor de Maastricht.

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