Cárdenas amenaza con nuevas protestas hasta acabar con el fraude en México
El dirigente opositor mexicano Cuauhtémoc Cárdenas amenazó ayer con mantener las protestas populares contra el fraude en el Estado de Michoacán y extenderlas a toda la República hasta conseguir su erradicación. El próximo día 15 intentará obstruir con gente en la calle la toma de posesión del nuevo gobernador electo, el priista Eduardo Villaseñor, por considerar que su victoria fue fruto de la manipulación.
Morelia, la capital de este Estado del occidente de la República, presentaba el jueves el aspecto de una ciudad sin ley, desordenada y maloliente. Los palacios de Gobierno y del Parlamento estaban sitiados por militantes del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y grupos de campesinos afines escandalizaban a los transeúntes con una marcha por el centro histórico colonial, uno de los mejores conservados de todo México, cuya originalidad consistía en que se hicieron acompañar de toda una fauna animal compuesta por perros, cerdos y borregos. Algunos animales llevaban letreros, como un par de canes que desfilaron con carteles que decían Prensa vendida o como la mayoría de los borregos, que exhibían en el lomo las siglas del PRI. Los cerdos iban provistos de pucheros con papeletas electorales simuladas. Cada animal era asociado inmediatamente con los sectores que los hombres de Cárdenas consideran sus más inmediatos enemigos.
Mientras este espectáculo se apoderaba de la ealle, en los locales del PRD de Morelia, el más radicalizado de toda la República, se libraba una batalla sobre la necesidad de romper con las instituciones del Estado. De hecho, el día anterior se había decidido renunciar a la representación parlamentaria que salió de los comicios del 12 de julio (9 de los 30 diputados que formarán el nuevo Congreso local), boicotear las elecciones municipales previstas para diciembre y bloquear todas las oficinas rurales de recaudación de impuestos.
Divisiones en el PRD
La decisión había sido adoptada sin el consentimiento de Cárdenas, que se vio obligado el jueves a desautorizar a sus dirigentes en Morelia y recordar públicamente que su partido no renunciará a ningún puesto de elección popular. Las primeras divisiones en el conglomerado de grupúsculos radicalizados que convergen en el PRD comenzaban a hacerse notar y ponían de relieve, a juicio de diferentes observadores políticos, el riesgo que corre Cárdenas en esta estrategia a la desesperada contra el Gobierno, ya que se le puede escapar de las manos su propio partido.
En los últimos días se ha acusado a este líder opositor de caer en una excesiva radicalización al convertir su partido, inicialmente apoyado por un sector de la clase media, en una organización de agitación campesina. También se le ha recriminado la negación sistemática a reconocer cualquier tipo de resultado electoral que le es adverso.
Sin embargo, la bandera del fraude, agitada antes y después de las votaciones, y el ineficaz sistema electoral mexicano, lento y lleno de remiendos, han terminado por extender la sospecha. El tradicional forcejeo entre el PRI y el PRD por el saneamiento del sistema electoral mexicano ha trascendido ya de la riña partidista, y sectores como la Iglesia, intelectuales influyentes y organizaciones ciudadanas están divididas. Esto pone en aprieto al Gobierno, que ha decidido abstenerse a emplear la fuerza en Michoacán, aunque tiene al Ejército y a las fuerzas antidisturbios prácticamente acuarteladas. Un paso en este sentido podría perjudicar su imagen internacional y alterar la campaña electoral que se avecina para los comicios presidenciales de 1994.
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