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Un respeto

He leído las declaraciones de Stoichkov. Piensa golear al Real Madrid como al CSKA de Sofía durante el Gamper. He tocado madera. Inmediatamente. No conviene excitar la cólera de los dioses menores del fútbol y otros espectáculos minimizando al Real Madrid que fue algo más que un club y algo más que un equipo de fútbol. En alguna conversación privada, Franco, que se sabía las alineaciones del Madrid de memoria, comentó en cierta ocasión que el Madrid de Bernabéu, el de las cinco copas de Europa, cumplía un papel equivalente al de los tercios de Flandes. Símbolos aparte, es innegable que el Madrid ha mantenido durante casi 30 años un sistema de juego y una seguridad en sí mismo ampliamente complementada por el síndrome blanco de los equipos que se le oponían.La llamada quinta del Buitre empezó a ser otra cosa. Representaba la posmodernidad y una cierta ahistoricidad que liberaba al equipo de pasados compromisos simbólicos y le daba el tono de una pandilla de jóvenes jugadores excelentes que jugaban a su aire y de memoria.

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Y fueron bien las cosas hasta que los chicos de la quinta se hicieron algo mayores, no estuvieron internacionalmente a la altura de sus éxitos nacionales y se convirtieron en un poder fáctico, en una beautiful people dentro del equipo, respaldada por Mendoza.

¿Cuándo se había visto en el Real Madrid que un jugador abandonara el campo porque una parte del público del Bernabéu le silbara? Lo hizo Michel. ¿Cuándo se ha visto que un jugador del Real Madrid le tocara los cojones (con perdón) a un jugador antagonista? Lo hizo Michel. Y Martín Vázquez le dio un portazo a Mendoza y el trío Michel-Butragueño-Sanchis se ha cargado a más entrenadores que don Jesús Gil y Gil. Consecuencia de todo ello es que los públicos, los jugadores y los árbitros le han perdido al Madrid el antiguo respeto cimentado, hay que aceptarlo, en que siempre fue un equipo ambicioso y. riguroso en el aspecto deportivo.

Pero el Real Madrid llega al Camp Nou con un Michel radiante porque Clemente le ha ratificado y un Butragueño con ganas de demostrar que sigue siendo el Jaimito del área y un Rocha que entra con las tres piernas por delante, mientras en la banda la mirada grave de penene de Filosofía Pura de Benito Floro descompone el campo en espacios teóricos y pantanosos para el enemigo. ¿Teoría? ¿Sueño? ¿Realidad? Por si acaso, Stolchkov que no tiente a los dioses menores del fútbol, no vayan a contarle a Benito Floro que en cuanto le bombean una pelota sobre el área este Barça es equipo batible, y como empiece la Liga perdiendo con el Real Madrid se va a acentuar el color blanco que ya tiene metido en el uniforme.

En vez de un 7 a 1, ¿por qué no lo dejamos, Stoichkov, en un 3 a 1?

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