El rastro del alegre excursionista
La Comunidad limpia la sierra de Guadarrama para su explotación ecológica
Al verde reclamo de la sierra de Guadarrama ha acudido el último año uno de cada dos madrileños. Tras los alegres excursionistas queda un rastro de latas, plásticos, papeles y hasta asientos de retrete en improvisados vertederos. Con la ayuda de jóvenes voluntarios, la Comunidad de Madrid está limpiando la sierra como parte de un ambicioso proyecto turístico que combina la ecología con el desarrollo comercial.
Senderismo, parapente, turismo ecuestre, montañismo, escalada deportiva y bicicleta de montaña son algunas de las ofertas alternativas que la Comunidad desea ofrecer a los madrileños, además del tradicional esquí. El rápido deterioro de la sierra de Guadarrama ha dado la voz de alarma en los municipios limítrofes, que han visto en los últimos años cómo la gente aumentaba la basura acumulada.Decidida a explotar ecológicamente la sierra, la Consejería de Educación, en colaboración con Icona y la Agencia de Medio Ambiente (AMA), ha puesto en marcha un programa de rehabilitación que incluye la reeducacién de los visitantes para "quien llegue de la ciudad no se comporte como si siguiera en la ciudad".
El primer paso empezó hace dos meses y medio con la limpieza de las estaciones de esquí. En el tiempo transcurrido se han retirado más de 20 toneladas de escombros y se han derribado viejas edificaciones en desuso y los bunkers que abundan en la zona. Jóvenes voluntarios unen sus fuerzas a los trabajadores de la empresa que gestiona la estación de montaña de Navacerrada. Mientras éstos recogen vigas, viejos cables de teléfono abandonados y casquotes pesados, los voluntarios, con la mano recolectora enfundada en un guante de plástico, llenan una negra bolsa de basura con latas, papeles, plástico Y el vidrio diseminado entre la hierba y las rocas.
A cambio de su contribución, los basureros por un día pueden viajar gratuitamente en el telesilla y recorrer la sierra con un guía. Jo Anne, una galesa de 20 años, comentaba ayers u sorpresa ante sus hallazgos: restos irreconocibles de latas de conservas y herrumbrosos botes de bebida. "En todo el mundo pasa lo mismo, pero creo que en España tienen más costumbre de echar las cosas al suelo como en los bares".
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