Euforia israelí y disgusto palestino después del acuerdo entre Bush y Rabin
La satisfacción es general en Israel después del éxito del encuentro entre el primer ministro Isaac Rabin y el presidente George Bush, quien decidió avalar un préstamo de 10.000 millones de dólares al Estado israelí. Este clima de euforia contrasta con el que prevalece del lado árabe. La Organización para la Liberación de Palestina (OLP) expresó su "honda preocupación" por la decisión de Bush, que califica de "no conforme con las responsabilidades de Estados Unidos en la conferencia de paz". La OLP anunció que intentará convocar una reunión interárabe.
En Damasco, medios oficiales sirios afirmaron que los árabes han sido "víctimas" de la elección presidencial norteamericana. Tanto los palestinos como los principales Gobiernos árabes recalcaron que la decisión de Bush constituye un estímulo a la política de colonización en los territorios ocupados, que Rabin se ha comprometido a frenar, pero no a parar del todo. El primer ministro israelí tenía previsto entrevistarse anoche con el candidato demócrata a la presidencia, Bill Clinton.Mientras, en Israel, todos los periódicos se congratulan. El diario liberal Haaretz estima que la vuelta a un clima de confianza entre los dos países es aún más importante que las garantías bancarias. Haaretz subraya que Washington y Tel Aviv tienen ahora "una visión estratégica común de la situación en Oriente Próxirno". El diario reconoce que Bush necesitaba de esta demostración de entendimiento con Israel por razones electorales, pero afirma a renglón seguido que estas razones no habrían bastado para llegar a un acuerdo con Isaac Shamir, el antecesor derechista de Rabin.
Todo eso no significa que hayan desaparecido las divergencias entre ambos países. Bush sigue considerando que Jerusalén este y sus alrededores, donde viven hoy unos 150.000 israelíes, son territorios ocupados. Tampoco comparte la distinción que establece Rabin entre asentamientos "políticos" y "de seguridad. Sin embargo, se afirma en Tel Aviv, que Rabin se comprometió en EE UU a congelar totalmente los asentamientos una vez terminadas las 10.000 viviendas actualmente en construcción.
La oposición nacionalista israelí, por su parte, manifiesta su disgusto. Los diputados del Likud acusan a Rabin de haberse plegado a las presiones norteamericanas al haber aceptado establecer un vínculo entre la asistencia económica de EE UU y las concesiones de tipo político de parte de Israel.
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