"Viajo a Buenos Aires para ponerme las pilas"
Héctor Alterio se ha integrado sin perder la sensación de seguir viendo el partido desde la tribuna. Pudo haber sido cualquier otro lugar, pero en Madrid le sorprendió la terrible noticia, su vida corría peligro si ponía un pie en Argentina. Las miras de la organización ultraderechista Triple A sintieron cierto antojo por Héctor Alterio, y lo que generosamente llama Alterio macartismo le obligó a renunciar a su historia, su lenguaje, cierta identidad y tantas otras cosas que en la distancia aún le pertenecen."Mi vida se desarrolló en Madrid de una manera muy noble. Se produjeron hechos muy importantes provocados por españoles, desde el punto de vista sentimental y profesional. La solidaridad se fue acumulando a mi alrededor, y decidí quedarme. En el día de hoy no estoy en absoluto arrepentido, pero tengo que ir de vez en cuando a mi país para cargar las pilas".
Héctor Alterio ha rodado en España más de 60 películas y ha conseguido galardones de la talla del premio al mejor actor en el Festival de Cine de San Sebastián, por su trabajo en la película de Jaime Chávarri A un Dios desconocido, o una candidatura al Oscar tras El nido, de Jaime de Armiñán.
Fue un emigrante especial, en cuyas maletas se mezclaban la nostalgia y el prestigio de pertenecer a una élite artística e intelectual. En una palabra, Héctor Alterio no tendría que dedicarse a vender bisutería en las calles (le Madrid ni a regentar un restalarante italiano. "Bueno, llegué cuando el franquismo daba sus últimos coletazos, y un rígido sindicato vertical me impedía trabajar. Digamos que pasé del fuego a las brasas, y así permanecí tres desgraciados años, sol¡c¡tando papeles, haciendo colas, poniéndome corbatas para entrevistarme con éste y con aquél...", recuerda.
Nostalgias
"Durante los primeros tiempos, mi casa del Parque Lisboa o de Móstoles parecía una embajada argentina, porque sentíamos una imperiosa necesidad de apoyarnos. Pero llegué a la conclusión, egoísta, que a mí eso no me producía tantos beneficios. Tenía que insertarme acá porque no podía marcharme a ningún otro lado. Y en aquel ambiente intercambiábamos cosas que yo ya tenía, los tangos, la nostalgia... Supe que era mejor escapar de ese regodeo sentimental. Por fortuna comenzó una época de más trabajo, y accedieron al cine español gran des profesionales con muy buenas ideas y mucha solidaridad Todo eso me cautivó".
Vive desde hace una década junto al estadio Santiago Bernabéu. En su terraza cuelga ahora un cartel fosforescente de se vende que hace pensar en un posible cambio para él, su mujer y sus dos hijos. Algo que altere el ritmo de un hombre que se confiesa "muy aferrado a las cosas". "Difícilmente me dejo vencer por el impulso de trasladarme, pero nos gustaría vivir en el viejo Madrid. Es nuestro barrio favorito. La plaza de Oriente, los bares de la plaza Mayor. Esas calles donde hay tanto silencio, mientras muy cerca todo es bullicio. Madrid me resulta una ciudad sedante y acogedora.
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