Buenas noticias desde Suecia

Se dice que los periódicos sólo saben dar noticias malas, pero eso no es cierto del todo: son los lectores, con su mirada torva, quienes transforman en malas muchas noticias neutras o hasta incluso buenas noticias. La recíproca también es cierta: una mala noticia, dada con tintes catastróficos, bien leída, puede ser una muy buena noticia. Por ejemplo, el sábado 11 de julio, EL PAÍS, noticiaba en su página 28 que: "El Gobierno sueco no tiene dinero para construir el museo diseñado por Moneo". Una lectura ingenua conduciría a la pregunta: ¿se han arruinado los suecos? No, no es posible, eso sería una noticia de primera página; y una mala noticia, porque si se arruina Suecia, nuestro anhelado modelo económico-social, ya podíamos irnos preparando para lo peor. La noticia, sin embargo, es buena. Más que buena, muy buena. Bien leída, dice que los suecos son gente sensata que no están por la labor de gastarse 6.000 millones de pesetas en un museíto de marras por muy renombrado que sea su arquitecto y muy valiosa que sea la colección. En su decisión han podido pesar un par de factores: a) que hayan venido a España y hayan visto la estación de Atocha o el aeropuerto de Sevilla, o sea, las últimas espantosas obras del "gran" Moneo, y b) que hayan leído algo sobre el grotesco espectáculo del Gobierno vasco empeñándose hasta las cejas para arruinar aún más si cabe la ribera del Nervión a su paso por Bilbao con una gigantesca cagarruta/museo de otro renombrado arquitecto amigo del anterior. Los delirios de este país han sido detectados por Fin más allá de nuestras fronteras y han servido para invocar la sensatez. Eso sí que es una buena noticia. Aunque parecía mala-