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La droga y las navajas entran en los calabozos de los juzgados por las ventanas, según la CSIF

Las rendijas de las ventanas de los calabozos de los juzgados de Madrid son una inmejorable fuente de avituallamiento para los presos. "Por ahí puede entrar de todo: drogas, pinchos y hasta armas blancas" asegura Andrés Sanz Cabezuelo, presidente nacional del sector de justicia de la Confederación Sindical Independiente de Funcionarios (CSIF). Este sindicato también denuncia que el edificio de la plaza de Castilla carece de un plan de emergencia y de escaleras contra incendios.

"¿Quién entregó el cuchillo al recluso que secuestró y apuñaló a una fiscal en plena vista?, ¿por dónde entra la droga que llega a los calabozos?", se pregunta Sanz, quien compagina desde hace años su actividad sindical con el turno de guardia en los juzgados. "Por las rendijas de los barrotes cabe hasta una de esas pistolas pequeñas y planas", desvela.Las ventanas de los calabozos, seriamente deterioradas, están a ras del suelo. Comunican con la acera y la zona ajardinada de la calle de Bravo Murillo, entre la puerta principal del edificio y la entrada al juzgado de guardia.

Los compinches de los presos se valen de ingeniosas artimañas para proveerles de droga. "Engarzan pajitas, de las de sorber zumos, y las introducen entre las rendijas; después soplan", asegura Sanz.

"En una ocasión", recuerda el sindicalista, "los funcionarios que vigilan los calabozos registraron una celda, con permiso del juez de guardia, y hallaron casi un cuarto kilo de droga, entre heroína y cocaína.

Una parte de los alucinógenos estaba oculta en los fluorescentes".

Las rendijas de los calabozos son también una bendición para algunos abogados y familiares de detenidos. Las emplean como improvisado locutorio. Basta que un juez niegue a algún letrado la posibilidad de dialogar con su cliente antes del interrogatorio para que el abogado, si es de los avispados, salga a la calle y se entienda -a voces con su defendido.

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"Cuando te pregunte el juez, di que tú sólo pasabas por allí, que no sabes nada", recomienda el letrado. "Vale, vale; tranquilo", constestan con sorna funcionarios de los despachos próximos, cuando no pueden concentrarse ante el vocerío.

Gente agachada

"Es rara la guardia en que no veo a gente agachada en la acera, junto a los calabozos", corrobora un magistrado de la plaza de Castilla. El juez decano de Madrid, Antonio García de Paredes, responsable de la seguridad interior del edificio, ha rehusado hacer declaraciones sobre esta cuestión."Estamos hartos de denunciar estas deficiencias al decano, incluso hemos llegado hasta el Ministerio del Interior; pero no nos hacen caso", denuncia el presidente del sector de justicia de la confederación sindical de funcionarios.

"[El decano] será un buen juez, pero es un nefasto gestor". "El y el director general de la Administración de Justicia, Antonio Nabal, están obviando la seguridad de los funcionarios y usuarios. No son técnicos y todas sus actuaciones se ven supeditadas a criterios políticos", argumenta el presidente nacional de CSIFJusticia.

La inseguridad en los juzgados de Madrid no se ciñe sólo a los calabozos. El edificio carece, pasados más de 10 años desde su inauguración, de un plan de emergencia y evacuación: no existen escaleras de incendios, a pesar de recibir' a diario una media de'6.000 personas.

Hace poco más de un año, el Ayuntamiento de Madrid impuso al Ministerio de Justicia una multa simbólica de 10.000 pesetas por carecer de un plan de emergencia adecuado en el edificio de los juzgados de la plaza de Castilla. Pero la advertencia no ha sido eficaz.

Orígenes de un cuchillo

Hace menos de un mes, un recluso intentó fugarse del Juzgado 14 de lo Penal poniéndole un cuchillo a la fiscal en el cuello. El mismo juez, José Antonio Alonso, fue quien lo redujo. Le desarmó en un descuido, cuando trataba de convencerle para que liberase a su compañera y le ofrecía un coche para huir. Alonso sólo sabe que el preso llegó a su juzgado con el cuchillo. "0 lo trajo de la misma cárcel, o alguien se lo dio por los pasillos o lo consiguió en los calabozos". El director de la cárcel de Alcalá-Meco ha asegurado a sus superiores que el arma no salió de su prisión.

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